Opinión
Mauricio Valentinoti Palacios S.
La ilusión del Cese al Fuego en Gaza
- Décadas después de la solución, no se ha alcanzado una paz duradera en la zona.
Detrás de la cortina generada en los medios que retratan una batalla entre israelíes y palestinos, se esconde uno de los conflictos más longevos de la humanidad. Simplificando siglos de historia antigua, es sabido que el conflicto entre israelíes y palestinos se generó luego de la creación del Estado de Israel. Una aparente solución diseñada por los bandos ganadores de la segunda guerra mundial, quienes después de la derrota del Eje decidieron ofrecer un lugar para vivir a los millones de exiliados judíos, justamente en la tierra prometida según el judaísmo. Tierra que, en ese momento, era ocupada por el pueblo palestino, cuyo territorio era un protectorado de la corona británica. Movimiento que no fue bien recibido por las naciones árabes vecinas y que desencadenó una serie de crueles guerras en la región.
Décadas después de la solución, no se ha alcanzado una paz duradera en la zona. En mayo de 2021, la escalada de violencia subió de tono considerablemente. Imágenes del “domo de hierro” (un sistema balístico israelí que derriba misiles antes de que toquen tierra) bloqueando cientos de cohetes lanzados desde la franja de Gaza, acapararon las portadas de los medios. Sin mencionar por supuesto, la serie de imágenes de los bombardeos israelíes en territorio palestino en donde se destruyeron centros de operación de Hamas, escuelas, hospitales e incluso agencias periodísticas.
Sin embargo, los videos no alcanzaron a retratar la totalidad de las víctimas. Las víctimas israelíes de misiles de Hamas, no ocuparon un espacio distinguido. Tampoco los cientos de víctimas palestinas ni los 72 mil desplazados que en una semana se quedaron sin hogar (la mitad de ellos siendo niños) según la ACNUR.
Lo que sí aplaudieron los medios fue la llegada de un cese al fuego, luego de casi tres semanas de hostilidades. Incluso el presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, felicitó al Primer Ministro Israelí, Benjamín Netanyahu, por esta decisión. Lamentablemente, este cese al fuego no significa que el conflicto haya terminado. Más triste aún, no parece que exista voluntad política para que termine. Contrario a ello, el conflicto sirve a intereses de todo tipo, tanto dentro como fuera de la región. Excepto claro, al interés de las víctimas de vivir en paz.
Dichos intereses emanan de múltiples actores. Dentro de la región, existe el interés de parte de Hamas de afianzar su imagen como gobierno legítimo en Palestina y como “protector” de los musulmanes. En realidad, Hamas es un grupo terrorista (designado así por la Unión Europea, Estados Unidos, Japón, Canadá, Israel, entre otros). Declarado como una organización yihadista, tiene como objetivo establecer un Estado Palestino soberano y con Jerusalén como su ciudad capital.
Hamas ha sido acusado por cometer crímenes de guerra, tanto contra ciudadanos israelíes como contra palestinos. Historias de tortura, abusos y asesinatos de ciudadanos en Palestina que exigen una autoridad competente y que en verdad vele por la paz. Un grupo que además, de acuerdo con versiones americanas, es financiado por Irán para mantener un enclave político en las puertas de Israel. Curiosamente, personas con gran influencia económica (y por ende, política) en el grupo residen en Catar. No es casualidad que Israel haya destruido la oficina de Al Jazeera, un medio totalmente financiado por el gobierno qatarí, que proviene de una nación donde viven parte de los altos mandos de Hamas.
Las condiciones deplorables en las que vive el pueblo palestino son generadas por el mal gobierno de la autoridad de Hamas. Sin embargo, aunque dicho territorio fuera gobernado por la administración más transparente y competente, esto no cambiaría demasiado las cosas, ya que los intereses de Israel apuntan a una adhesión total del territorio donde permanece Palestina. Incluso, dentro de la cúpula más conservadora del partido en el poder, se habla de adoctrinar a los musulmanes en dichos territorios para facilitar su asimilación en la sociedad mayoritariamente judía de Israel.
El gobierno israelí ha sido acusado de cometer crímenes de guerra y de lesa humanidad en contra de manifestantes palestinos en su territorio y en los alrededores. Incluso de hacer uso desproporcionado de la fuerza para responder a las amenazas de Hamas en territorio palestino. La virulenta campaña israelí en contra del pueblo palestino, obedece al interés del partido en el poder de demostrar su capacidad de acción a una sociedad israelí cada vez más crítica de su autoridad.
No obstante, dicha estrategia también obedece a intereses de agentes más poderosos. Específicamente de Estados Unidos, cuyo gobierno a pesar del cambio de administración de Trump a Biden, no ha demostrado una voluntad política clara para mediar y concluir con el conflicto. Ambos parecen demostrar que para Washington, es fundamental mantener un estado conflictivo en la zona. El entonces presidente, Donald Trump, auspició la celebración de los acuerdos de paz entre Israel, los Emiratos Árabes Unidos y Bahréin.
A pesar de que la intención de dichos acuerdos fue mostrada como un esfuerzo para fomentar la paz en la región, voces críticas dentro de la unión americana mencionan que dichos acuerdos no fueron creados para resolver el conflicto israelí – palestino, sino para normalizar la relación entre el gobierno de Israel y dos naciones árabes. Ya que estas últimas, serían importantes aliadas de Estados Unidos ante un posible enfrentamiento con Irán. No es ninguna sorpresa que el gobierno actual encabezado por Joe Biden no haya nombrado todavía a algún embajador americano ante Israel o a algún enviado especial para mediar la crisis.
Además de los evidentes intereses económicos en el conflicto, retratados en el acuerdo de Washington para vender cargamentos de armas americanas a Israel por más de 700 millones de dólares, es claro que el conflicto ya no obedece únicamente a los intereses patrióticos de ambos países. El escenario facilita la obtención de capital político para ambos bandos protagonistas.
El cese al fuego se inclina más a ser un instrumento mediático utilizado tanto por el gobierno de Netanyahu como Hamas, que buscan convertirse en héroes del conflicto. Por un lado, el gobierno israelí se retrata como defensor del país y pretende demostrar un poder incomparable en la región al detener más del 90% de los misiles enviados a su territorio. Por otro lado, el gobierno de Hamas en Palestina se retrata como defensor de los musulmanes violentados y como campeón para la instauración de un Estado palestino, de igual forma pretende demostrar una capacidad considerable para realizar ataques que representen una amenaza seria para Israel.
Desafortunadamente, los intereses que menos imperan son los de la sociedad civil en ambos lados. De los palestinos cansados de vivir en condiciones lamentables en la Franja de Gaza y Cisjordania. Como de los israelíes, agotados de residir en una situación perpetua de conflicto y violencia. El cese al fuego está lejos de representar una solución que haga que la paz perdure en una región flagelada por la ambición.