Análisis
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Contaminación tecnológica: el impacto ambiental de nuestro consumo cotidiano
- Según informes de Naciones Unidas (ONU), se generan en torno a 50 millones de toneladas de basura tecnológica a nivel global cada año.
¿Sabías que cada email que guardas en tu buzón de correo electrónico está generando diez gramos de CO2 al año? Cada día, se envían a la atmósfera entre 230.000 y 293.000 millones de emails, según datos de 2019.
Piensa en un día normal. ¿Cuáles son tus rutinas? Te despiertas con la alarma del celular; revisas tu correo y las noticias en el computador, conectado a la red wifi; de camino al trabajo, aprovechas para revisar tus redes sociales y responder algunos WhatsApp, gracias a los datos de la red 4G de tu teléfono móvil.
En el trabajo, utilizas el portátil a través de la red interna. Asistes a reuniones online con el resto del equipo, quizás desde distintos puntos del mundo. Llamas por teléfono durante el descanso para felicitar a tu amigo por su cumpleaños, y dejas un mensaje de voz para avisar de que llegarás tarde a tu cita con el dentista. ¿Lo anterior te resulta familiar?
Después del trabajo, aprovechas tu tiempo libre para practicar tu deporte favorito y registrarlo con tu smartwatch. Haces la compra por la App de tu supermercado más cercano, y buscas una película en internet para relajarte y “desconectar”.
¿Te resultan familiares estas rutinas?
Estamos increíblemente interconectados a internet y a las nuevas tecnologías. Intercambiamos información a cada segundo, y ésta es almacenada y procesada en enormes centros de datos. No podemos negar los grandes beneficios que nos brinda el avance tecnológico, pero tampoco podemos hacer oídos sordos ante las amenazas que se nos plantean. Y uno de los grandes retos es, sin duda, el impacto ambiental que supone la contaminación tecnológica.
La era de la contaminación tecnológica
Como hemos mencionado, la contaminación tecnológica supone un reto cada vez mayor que requiere de medidas urgentes para frenar la amenaza que representa para el medio ambiente.
Es interesante que nos centremos en dos aspectos: por un lado, la explotación de recursos naturales para la fabricación de los dispositivos tecnológicos y, por otro, la contaminación generada tanto por estos enseres físicos como por el uso en sí de las tecnologías.
Dispositivos tecnológicos a partir de materias primas
Si volvemos a imaginar el escenario descrito al inicio de este artículo, nos daremos cuenta de la gran variedad de artículos electrónicos que utilizamos a lo largo del día: despertadores, ordenadores, móviles, tabletas, baterías, smartwatch, etc.
Todos ellos se crean a partir de materias como el cobre, hierro, zinc, aluminio, metales como el oro o la plata, compuestos como el coltán, plásticos y vidrios, entre otros. Por tanto, el hecho de extraer estas materias primas y procesarlas para nuestro uso no sólo genera un impacto ambiental importante en todos los sentidos, sino que también fomenta la explotación y violación de los derechos humanos en los países en vías de desarrollo donde se extraen estos elementos.
Por si este problema no fuera suficientemente importante, a ello se le añaden las prácticas deshonestas de la industria, como la obsolescencia programada. Al reducirse considerablemente la vida de estos aparatos y “obligar” al consumidor a adquirir nuevos con los que reemplazar a los anteriores, creamos un serio problema de contaminación tecnológica.
Consumo tecnológico e impacto medioambiental
Además de la producción masiva de aparatos tecnológicos, el otro gran punto a tratar es el aumento del tráfico de datos, puesto que estos datos necesitan de un lugar donde almacenarse y ser tratados (los centros de datos o data centers).
Los centros de datos, cada vez más numerosos, requieren de electricidad, sistemas de almacenamiento y refrigeración. Su consumo alcanza el 2% de la producción eléctrica mundial, lo que equipara sus emisiones de gases de efecto invernadero a la de las aerolíneas.
Una alternativa que están llevando a la práctica empresas como Google o Microsoft, consiste en reducir el consumo de los data centers al ubicarlos en zonas con climas fríos, para que resulte más sencillo refrigerarlos sin necesidad de consumo energético. Sin embargo, esta práctica supone una medida paliativa, pero no aborda el problema real.
Efectos sobre la salud y el medioambiente
La contaminación tecnológica genera inevitablemente una serie de consecuencias tanto para la salud de las personas como del planeta en general. El impacto ambiental que conlleva supone una modificación en los ecosistemas que, si no tomamos medidas, puede generar consecuencias realmente trágicas y dramáticas.
A continuación, repasamos algunos de los efectos más importantes sobre la salud y el medioambiente.
- Alteración de los ecosistemas
Según informes de Naciones Unidas (ONU), se generan en torno a 50 millones de toneladas de basura tecnológica a nivel global cada año, y se estima que las cifras podrían llegar a alcanzar los 120 millones de toneladas en 2050 si no hacemos nada al respecto.
La acumulación de basura tecnológica supone un daño significativo en los ecosistemas, derivado de la emisión de metales pesados y elementos contaminantes, que pueden provocar enfermedades muy graves en los organismos vivos, o incluso acabar con las especies y la biodiversidad del planeta.
Además, la contaminación no afecta únicamente a los organismos vivos sino al ecosistema en su conjunto, provocando consecuencias sobre el agua, la tierra y el aire.
- Contenedores masivos de basura tecnológica
La producción de gadgets tecnológicos ha alcanzado una velocidad que no somos capaces de gestionar y asimilar, lo que se traduce en la creación de enormes vertederos tecnológicos, que suponen no sólo un foco de contaminación local, sino también un riesgo para la salud de todo el planeta. Elementos como el cadmio, el plomo o el níquel son excesivamente tóxicos al entrar en contacto con lagos, ríos y mares.
- Enfermedades y problemas de salud entre la población mundial
La emisión de metales pesados en la atmósfera no sólo provoca un desequilibrio en los ecosistemas, sino que también provoca un serio impacto en nuestra salud. Son elementos que no se pueden eliminar del organismo, y su presencia da lugar a enfermedades degenerativas del sistema nervioso, fatiga, Alzheimer, dermatitis, anemia, osteoporosis, infertilidad, malformaciones, insuficiencia renal, e incluso cáncer.
- Explotación y desigualdad social
Como hemos mencionado, la extracción de estos minerales se realiza principalmente en países en vías de desarrollo, por lo que se fomentan las prácticas irregulares que comprometen a las comunidades y a las personas que viven en entornos desfavorecidos, donde los trabajadores no cuentan con los medios y la protección legal adecuada.
Por tanto, a pesar de generar trabajo, se hace a costa de ofrecerles unas condiciones precarias que no garantizan su seguridad, y se exponen a riesgos y enfermedades.
En definitiva, repensar nuestros modelos de producción y consumo supone una tarea imprescindible para garantizar el bienestar del planeta y de la población mundial.
La necesidad de desarrollar alternativas sostenibles
En los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), se recoge una necesidad de “garantizar modalidades de consumo y producción sostenibles”. Por tanto, es urgente que tomemos medidas a escala mundial para paliar la emisión de tóxicos y gases de efecto invernadero a la atmósfera, los suelos y el agua, de manera que podamos disminuir los efectos negativos que éstos ocasionan sobre la salud y el medio ambiente.
Si bien muchas empresas están empezando a ir un paso más allá, creando alternativas sostenibles e innovadoras, todos podemos contribuir a nivel individual.
Volviendo a la cuestión de los emails, si cada persona eliminara simplemente 50 correos electrónicos, ahorraríamos la misma cantidad de energía que si apagásemos 2700 millones de bombillas en el mundo. Pese a la disponibilidad inmediata de información gracias a internet, es una realidad que no todo el mundo conoce.
Los servidores que utilizamos para permitir el funcionamiento de los buscadores, almacenar emails, ver películas e interactuar en las redes sociales, conllevan un consumo de energía excesivo: Se estima que representan aproximadamente el 2% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero. Como decimos, esta realidad está despertando inquietudes para generar alternativas más sostenibles.
Es posible optar por distintas alternativas que garanticen un uso más responsable, justo y sostenible: Reducir la producción y el consumo, Reutilizar productos útiles, y Reciclar los materiales deberán ser las máximas a seguir.
En definitiva, se trata de seguir el principio de ONE HEALTH, aceptando que todos estamos conectados y que, las consecuencias de lo que hagamos en cualquier parte del mundo, nos afectará a todos por igual, como parte de la biodiversidad existente en el planeta.
Fuentes
-“Cuanto contamina el spam”. Colegio Profesional de Ingenieros Técnicos en Informática de Aragón (2020): https://www.cpgiiaragon.es/2020/09/17/cuanto-contamina-el-spam/
-“Borrar emails para salvar el planeta”, Anna Argemi (2019). Periódico El País: https://elpais.com/elpais/2019/05/02/alterconsumismo/1556787946_191451.html#:~:text=Por%20cada%20email%20almacenado%20en,emails%2C%20seg%C3%BAn%20cifras%20del%202019.
-“Contaminación digital: las emisiones de CO2 de las que nadie habla”, Lucía María de la Fuente (2020). Publicado en El Diario: https://www.eldiario.es/castilla-la-mancha/ecologica/contaminacion-digital-emisiones-co2-nadie_132_1002462.html#:~:text=Para%20hacernos%20una%20idea%20de,ascender%C3%ADa%20a%20los%20293.000%20millones
-“Correo basura, gran emisor de CO2”. BBC News (2009), https://www.bbc.com/mundo/ciencia_tecnologia/2009/04/090417_spam_co2_men
-“La huella de carbono detrás de un correo electrónico innecesario”, Isabel Rubio (2019). Publicado en El País: https://elpais.com/tecnologia/2019/11/29/actualidad/1575029693_181952.html
-«Vaciar el correo electrónico contribuye a reducir tu huella de carbono», Lorena Farrás Pérez (2019). Publicado en La Vanguardia: https://www.lavanguardia.com/natural/tu-huella/20190901/4773917213/correo-electronico-co2-internet-centros-de-datos.html