Una cura inesperada: el Gran Reinicio del siglo XXI

A pesar de que el siglo XX inició con grandes revoluciones tanto sociales como tecnológicas, el mundo se enfrentó a una gran reconfiguración con el paso de dos guerras mundiales. Los modelos políticos y económicos globales tuvieron que ser reformados en formas que no hubiesen sido imaginadas en décadas anteriores.

A punto de finalizar el 2020, la realidad es que no nos encontramos tan lejanos del mismo escenario. La pandemia de la COVID-19 se ha convertido en ese primer gran evento del siglo que ha llegado a paralizar la mayoría de las economías en el mundo. El impacto socioeconómico a largo plazo y dentro de la psique colectiva puede ser bien equiparado con el de un conflicto armado.

Esta catástrofe sanitaria surge durante dos rasgos fundamentales: una revolución tecnológica acelerada y un hartazgo social de los esquemas políticos tradicionales. Los mayores ejemplos de esto son el desafío al sistema financiero por parte del criptomercado; el desarrollo de las tecnologías de vigilancia en Asia y, por la parte social, las no tan lejanas Primaveras Árabes.

Puede que no todos coincidan en un modelo cíclico de la historia humana, sin embargo, existen varios signos que nos indican que puede ser momento de replantear las instituciones, esquemas y prioridades de las agendas internacionales. El fundador del Foro Económico Mundial, Klaus Schwab, destacó que “la pandemia representa una rara pero estrecha ventana de oportunidad para reflexionar, reimaginar y reajustar nuestro mundo para crear un futuro más saludable, más equitativo y más próspero”[1].

Imagen: Foro Económico Mundial

El Gran Reinicio

La iniciativa lanzada por el Foro Económico Mundial busca promover una profunda reflexión del sistema económico y político internacional a fin de reorientar el desarrollo global hacia vertientes resilientes, sustentables y equitativas. Esta visión es un inicio para reconocer que muchos de los fenómenos políticos, económicos y tecnológicos emergentes han rebasado a los regímenes que conforman el sistema internacional contemporáneo.

Dentro de las múltiples aristas que tiene la agenda del Gran Reinicio podemos encontrar enfoque en energías verdes, inclusión dentro de la gobernanza global y local, digitalización de los sistemas financieros y “reformas sustanciales” tanto al modelo capitalista actual como al contrato social que rige a nuestras sociedades.

Esta perspectiva ha sido apoyada por mandatarios, como el Primer Ministro canadiense, y funcionarios del Fondo Monetario Internacional; principalmente por la incertidumbre que la COVID-19 continúa generando en los panoramas económicos. En palabras de la Directora Gerente de dicha institución “este es el momento de decidir que la historia recordará esto como el Gran Reinicio, no como el Gran Retroceso”[2]; indicándonos que nos encontramos en momentos decisivos para definir el rumbo del desarrollo que deseamos tomar.

¿Una iniciativa viable?

Muchas de las directrices que se encuentran definidas dentro de este plan pueden resultar muy similares a las que se encuentran en las agendas de desarrollo existentes. Desde sus inicios, organizaciones, como Naciones Unidas, han establecido objetivos o planes que han quedado superados por la falta de voluntad política entre los Estados.

Sin embargo, la diferencia es que ahora nos encontramos con una serie de circunstancias emergentes que presionan directamente la estabilidad económica, e incluso, la propia seguridad humana de las naciones. La pandemia de la COVID-19 puede ser tan sólo el catalizador de una adaptación sistémica de magnitudes semejantes de los Acuerdos de Bretton Woods y el Tratado de San Francisco.

En ese sentido, la iniciativa podría funcionar, posiblemente, no dentro de la literalidad de su discursiva idealista y algo utópica, pero si en lo que respecta a su intencionalidad: proyectar esa demanda implícita de una reforma estructural del modelo político y económico que nos rige actualmente.

Una discursiva reformista

Desde la plataforma política de la cuarta transformación en México; pasando por la política exterior de reestructuración democrática de Joe Biden: y retomando la ya conocida iniciativa china One Belt One Road, que busca reordenar las redes comerciales y logísticas globales. El Gran Reinicio constituye tan solo una de múltiples manifestaciones de una tendencia dominante dentro de la narrativa política de nuestros tiempos: el cambio.

Imagen: LUDOVIC MARIN/AFP/Getty Images

La iniciativa del Foro Económico Mundial es una postura institucional que se suma a esta tendencia discursiva con una plataforma de equidad e inclusión. No obstante, cabe destacar, carece de una propuesta que represente las exigencias de colectivos de la sociedad civil que también denuncian la necesidad de transformación.

Estas discrepancias generan grandes incógnitas como ¿qué actores o iniciativas liderarán la reevaluación de estructuras y modelos internacionales? ¿estos cambios derivaran en un consenso o en una polarización global? ¿su construcción y aplicación será de forma pacífica? ¿será un avance o un retroceso sociopolítico respecto a otras etapas históricas?

El papel coyuntural del COVID-19, más allá de las cuestiones sanitarias, fue el de visibilizar y encrudecer muchas de las contradicciones que el modelo capitalista-democrático occidental venía arrastrando por décadas. La antesala para un cambio estructural a nivel local, regional y global es prácticamente un hecho.