¿Qué fue el Congreso de Viena?

El congreso de Viena se sitúa en un contexto histórico en donde varias regiones europeas experimentaron conflictos territoriales y cambios tanto sociales como políticos que habían sido estimulados por eventos como la Revolución francesa, la era napoleónica así como la guerra entre Austria y Prusia. Es por ello que, entre el 1 de octubre de 1814 y el 9 de junio de 1815, se crea el Congreso de Viena con la finalidad de acordar “un equilibrio de poder entre los estados más poderosos, política, militar y económicamente”. (Eastman 2006, 149)

La conformación de un congreso, por parte de la unión de fuerzas e intereses del Imperio Austriaco, Reino Unido, Reino de Prusia el Imperio Ruso, se debe a la impresión de la influencia francesa en el mapa europeo que desata, desde 1792, una serie de coaliciones frente a ella en donde se buscó prevenir un Estado dominante en el continente. Por lo tanto, las negociaciones realizadas en la capital austriaca, tienen como propósito definir los territorios, reconociendo la necesidad de alianzas y los distintos intereses geopolíticos; por ejemplo, uno de los temas centrales fue el reconocimiento de 38 estados soberanos (parte, anteriormente, del Sacro Imperio Romano Germánico), en suma de la reestructuración de Alemania y Polonia, tales afectadas por la anexión de puntos fronterizos cercanos a Francia.

Fuente: Portal académico CCH (2017)

Sin embargo, para lograr una relación efectiva con Francia, se buscó incluir a otras delegaciones para establecer posiciones comunes, es decir, puntos de encuentro que, suscritos en un protocolo, hagan presentes a países firmantes del Tratado de París como Dinamarca, los Países Bajos, Suiza, Portugal y Suecia. Aquello fue un movimiento pertinente motivado, en gran parte, por Carlos Mauricio de Talleyrand, como representante de los asuntos entre naciones de Francia, quien citó el derecho público por el cual se incita a incluir a dichos países en la toma de decisiones y siguiendo el propósito de hacer contrapeso a los poderes emergentes de las potencias de la época.

Implicaciones

De forma concreta, el marco europeo, tras la derrota del imperio de Napoleón, predica un aire de cambio, teniendo como impulso la Confederación Germánica entre el Reino de Prusia, el Imperio Ruso y el Imperio Austriaco junto de Reino Unido donde se toma como primer medida la limitación de las fronteras de Francia para reconstruir el mapa regional. Lo anterior, a efectos de entablar negociaciones y compromisos en el congreso de Viena, teniendo en cuenta una nueva organización capaz de evitar la superposición de soberanías, según la doctrina del legitimismo monárquico. (Pi-Suñer et. al. 2011, 29)

Como resultados, se esperaba la contención de cualquier brote liberal o revolucionario, además se pretendió conservar el sistema monárquico, junto de la afiliación al clero, a través de la llamada Santa Alianza, con el fin de reconquistar sus antiguas posesiones no sólo en puntos estratégicos europeos, sino también en América (Almanza, 2012). En consecuencia, el mundo presenció la creciente preocupación por regular las rutas y fronteras, en este caso de las cuencas hidrográficas, ampliando los marcos jurídicos para el uso de los principales ríos europeos: el Rhin y el Danubio.

Esto atrae una nueva dinámica en las relaciones internacionales que repercutirá no solo en futuros conflictos de escala mundial, sino en el establecimiento de parámetros diplomáticos, es decir, la conformación de un derecho internacional que estipule y regule a los actores que realicen las negociaciones entre Estados. Asimismo, se marca un antecedente para las herramientas y los organismos de cooperación internacional, poniendo como centro la paz, e instalando las bases para el Tratado de Versalles y la Sociedad de Naciones (1919).