Análisis
Juan Villalobos
¿El proceso electoral en EUA, una acción estratégica de la diplomacia mexicana?
- Vale la pena reflexionar el posible error de no haber felicitado al virtual presidente electo Joe Biden.
El pasado 3 de noviembre, se llevaron a cabo las elecciones presidenciales en los Estados Unidos, donde a través del voto popular como primera etapa del proceso electoral rumbo a la Casa Blanca, los ciudadanos eligieron libremente entre el repúblicano y actual presidente Donald Trump o su rival demócrata Joe Biden.
Lo primero que se debe conocer de este complejo proceso democrático en las urnas de los EUA, es que no es a través del voto directo de los ciudadanos como en países como México para llegar a la presidencia. En el país vecino, se requiere a través del voto de la ciudadanía estadounidense alcanzar 270 votos electorales. Hasta el momento, a través de distintos medios oficiales, el conteo va a favor de Joe Biden con un total de 306 votos contados, es decir, 51.3% del total del electorado en los EUA, que se traduce en 81,282,903 votos contados. Para el actual presidente, Donald Trump, cuenta con un total de 232 votos electorales, 47% del total, traducido en 74, 223,030 votos.
Voto popular como primera etapa del proceso electoral rumbo a la Casa Blanca.
Derivado del resultado arrojado por los medios de comunicación norteamericanos, los cuales llevan un conteo a la par de lo arrojado por los gobiernos estatales, medios de comunicación como el New York Times, The Associated Press, Washington Post entre otros, “declaran” al ganador de las elecciones, por supuesto, en una elección tan controvertida como la suscitada en este año, el conteo fue seguido minuto a minuto por todos los medios del mundo sin dejar atrás las imputaciones al sistema mismo por parte del presidente Trump, otro paradigma más que se ha roto gracias a él, sobre el incuestionable manejo legal de las votaciones.
La complejidad del sistema electoral estadounidense deriva históricamente en dos partes: la primera a través del voto popular y la segunda a través del Colegio Electoral. En esta primera etapa 48 de los 50 Estados utilizan el método de “el ganador se lleva todo”, es decir, si un candidato resulta ganador en un Estado, todos los votos van para ese candidato, un ejemplo en la votación actual fue el Estado de Georgia, que al declarar ganador al candidato demócrata Joe Biden con un total de 49.5% de los votos, se lleva los 16 votos electorales con los que cuenta el Estado.
De lo anterior, los únicos dos estados que utilizan un método distinto son Nebraska y Maine, ya que ellos manejan la contabilidad de votos por distrito, dando al ganador los votos que corresponden únicamente a ese distrito. En Nebraska, el mayor ganador fue el actual presidente Trump, dejando a su rival la victoria dentro del Estado en Omaha y Lincoln.
Si bien los medios de comunicación y las televisoras en los EUA, anuncian al ganador, los resultados oficiales tiene lugar semanas después en el marco de la reunión de los 538 electores (435 miembros de la Cámara de Representantes, 100 miembros del Senado y 3 electores del Distrito de Columbia) que representan a los 50 Estados de la Unión Americana y el Distrito de Columbia. Solo en aquel momento, el presidente es oficialmente electo y deberá alcanzar los 270 votos electorales necesarios para convertirse en presidente de los EUA.
Cada Estado tiene un número de votos electorales igual al total combinado de su delegación en el Congreso de los EUA, aunado con las libertades que otorga la Constitución, las legislaturas estatales cuentan con el poder de determinar a los electores que serán convocados. Habitualmente estos electores se determinan en la convención o en el comité del partido estatal. Los electores como requisito deben contar con una reconocida trayectoria en el partido, así como lealtad, lo cual garantiza que su voto sea igual al generado en la urnas por medio del voto popular durante el 3 de noviembre.
Hasta este punto, el proceso se ve claro y bien estructurado, sin embargo en el sistema de elección, existe una categoría denominada electores infieles, es decir, electores que votan por otro candidato al que representan, ya sea por intereses particulares o grupales. Históricamente, jamás los electores infieles han sido capaces de modificar una elección, aunque se especula que el presidente Trump pueda utilizar a estrategias de negocio, manejo de información altamente clasificada y de caracter sensible por ser de seguridad nacional, utilizar el conocido “mercado de hombres” donde se pueda comprar la voluntad de algunos electores o buscar favorecer en puesto de alto rango en el gobierno a funcionarios que lo apoyen durante este proceso electoral.
Los tiempos establecidos para continuar con el proceso, estipulan que del 1 al 8 de diciembre, fueron las fechas limite para resolver las disputas electorales en los estados donde exista alguna controversia. No la hubo, la estrategia del presidente Trump se derrumba pero habrá que ver los votos emitidos por Colegio Electoral.
Los gobernadores de cada estado deberán enviar las boletas electorales y serán recibidas por el presidente del Senado. Se considera el 23 de diciembre, fecha límite de esta parte del proceso.
La fecha en la cual se llevará a cabo la elección presidencial por medio de los electores será el próximo 14 de diciembre. Si bien, los electores en teoría deben emitir el voto acorde con el voto popular, esto no necesariamente debe suceder y pueden no coincidir con el Estado que representan. El sistema de votación se denomina como sufragio indirecto.
Históricamente, en los más de 23,000 votos electorales emitidos en 58 elecciones presidenciales, solo 156 electores han emitido un voto de manera diferente y nunca -hasta el momento- ha resultado en que el candidato que obtuvo la mayoría en el Colegio Electoral perdiera la elección. Es decir, para que hubiera una verdadera modificación sustancial y modificar la elección, es si se encontrará muy reñida entre ambos candidatos y suficientes electores emitieran un voto contrato al de su Estado.
Posteriormente, el 6 de enero de 2021, en la ciudad de Washington, en sesión conjunta del Congreso, se ratificarán o declararán inválidos los votos del Colegio Electoral, según sea el caso.
La particularidad en esta elección es los alegatos del presidente Trump, sobre votos “ilegales” y la inviabilidad de las elecciones en algunos Estados, donde no se pudieron verificar los votos emitidos.
No queda ahí, el presidente Trump irá más lejos, buscará de ser necesario que la Suprema Corte de Justicia, con su intachable prestigio y confiabilidad, verifique el proceso electoral.
Incluso el fiscal general de los EUA, William Barr, ha dejado claro que hasta el momento no se han observado fraudes que pudieran haber afectado las elecciones. Esto molesta al presidente Trump, el cual ha comenzado a generar una serie de despidos de funcionarios antes de su potencial salida de la Casa Blanca, el fiscal es uno de ellos que se encuentra en la mira de ser despedido por su falta de lealtad al presidente norteamericano.
De tal razón, es por lo que muchos analistas y expertos en la materia tienen opiniones encontradas. Unos piden mantener paciencia, esperar a las instituciones competentes dar su dictamen sobre las votaciones en los Estados donde hay lugar y declarar a un candidato ganador antes de finalizar el proceso electoral y evitar tropiezos. Otros, por su parte, solicitan las felicitaciones inmediatas y corregir el error diplomático de no felicitar al presidente electo Joe Biden por su triunfo electoral.
Por supuesto, dada la ruptura del paradigma político al llegar el actual presidente Trump a la escena política, de llevar las actuales elecciones a una controversia por fraude y malos manejos, el idealismo trump, reta en todos los niveles el esquema presidencial que se tenía hasta ahora. Sin embargo, su estrategia legal de llevar a controversia las elecciones, se ha visto prácticamente difuminada.
De acuerdo con el Washington Post, “Como presidente, Donald Trump reveló selectivamente información altamente clasificada para atacar a sus adversarios, obtener ventajas políticas e impresionar o intimidar a gobiernos extranjeros, en algunos casos poniendo en peligro las capacidades de inteligencia de Estados Unidos. Como ex presidente, hay muchas razones para preocuparse de que haga lo mismo, lo que plantea un dilema de seguridad nacional único para la administración Biden”. Hasta el momento, la administración del presidente Trump, comienza a dar los primeros pasos de acercamiento, ¿guardarán información clasificada a su conveniencia?
El desempeño de Marcelo Ebrard ha gozado de gran aceptación en la sociedad mexicana.
Al ver los entresijos que componen la democracia norteamericana y los resultados del virtual candidato ganador, el demócrata Joe Biden, resulta pertinente para el presidente López Obrador el haber mantenido una posición diplomática prudente en sus propias palabras “Queremos esperar a que legalmente se resuelva el asunto de la elección en Estados Unidos”.
La posición de México en cuestiones de política bilateral, siempre son complejas, dada nuestra cercanía con los EUA y lo entrelazado de ambas economías. En tanto que países como Reino Unido, Canadá, Alemania, España, Chile, Uruguay, Venezuela entre muchos otros han otorgado las felicitaciones, en México se ha reservado el derecho. Es decir, nos sujetamos al principio de la doctrina Estrada, aplicamos la política de no intervención y el derecho a la autodeterminación de los pueblos, nociones consagradas en el Artículo 89 de la Constitución.
¿Y en palacio nacional qué opinan? Vale la pena reflexionar el posible error de no haber felicitado al virtual presidente electo Joe Biden. El presidente López Obrador, se identifica con el presidente Trump, para él -el proceso en los EUA- es un experimento de escenario posible en su propia boleta y la revocación de mandato. La estrategia en México ya está puesta, se busca la destrucción del establishment, la denostación a los medios de comunicación y mantener una comunicación directa con “ el pueblo”.
Por lo pronto, en nuestro país esperan instrucciones, esperan el resultado para saber si felicitar al virtual candidato ganador Joe Biden o mantenerse firmes junto con el presidente Trump.
México conoce los tiempos político electorales en los EUA, así como los resultados de la elección. Refugiarnos en la doctrina Estrada como una ley sin interpretación no es posible, si bien, esperar a que terminen los debidos procesos legales en EUA, este tiene fecha 8 de diciembre. El 14 de diciembre se llevará a cabo la votación por parte del Colegio Electoral. México debe vigilar de cerca el proceso y comenzar el acercamiento con el equipo de transición. La felicitación por parte de la administración del presidente López Obrador, también tiene fecha límite: 6 de enero del 2021, cuando el Congreso norteamericano cuente los votos del Colegio Electoral durante una sesión conjunta de ambas Cámaras.
No sería sugerente realizar la felicitación hasta la toma de protesta del nuevo presidente de los EUA (20 de enero del 2021). Tampoco sería mala estrategia, comenzar el acercamiento y el trabajo político bilateral que comienza desde antes y se mantiene alejado de los medios de comunicación.
Fuentes
Associated Press (2020) Understanding the election. Consultado el 11 de diciembre de 2020 en: https://www.ap.org/media-center/understanding-the-election
The Washington Post (2020). As an ex-president, Trump could disclose the secrets he learned while in office, current and former officials fear. Consultado el 11 de diciembre de 2020 en: https://www.washingtonpost.com/national-security/trump-possible-security-risk/2020/11/09/f19c853e-229e-11eb-952e-0c475972cfc0_story.html