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Análisis

Christian Alonso

Mali, una crisis invisible

- El reciente golpe de Estado en Mali puede reavivar conflictos internos invisibilizados ante el mundo.

Mali, una crisis invisible

Hace un par de días los medios internacionales llenaban sus encabezados con la “sorprendente” noticia de la deposición del Ejecutivo en Mali por un grupo de soldados sublevados. Esta es la cuarta vez que se suscita un Golpe de Estado en el país africano desde su independencia, en 1960, y añade una hoja más a la serie de conflictos existentes en una de las zonas más convulsas del planeta, el Sahel.

La República de Mali es uno de los países más pobres y subdesarrollados del mundo. Curiosamente, toma su nombre de uno de los imperios más poderosos y ricos del África precolonial, El Imperio de Mali. Entre las problemáticas gestadas a lo largo de su territorio destacan la secesión del norte a causa de conflictos étnicos, el establecimiento del país como el nuevo epicentro del yihadismo regional, y el golpe de Estado suscitado hace unos días.

Si bien, estos fenómenos son actuales, lo cierto es que las mayores problemáticas cernidas en el país responden a factores históricos y sociales que la colonización dejó a su pasó, los cuales se detallarán en el presente artículo.

Mali, un país multiétnico

La composición étnica de Mali juega un papel fundamental al momento de analizar los conflictos históricos suscitados en el país. A lo largo del territorio maliense cohabitan cerca de 13 grupos étnicos con costumbres y tradiciones que distan entre sí. Durante la mayor parte de su historia, dichos grupos se encontraron en un constante ejercicio de lucha y dominación caracterizado por el auge y caída de diversos grupos en el poder.

El origen multiétnico se remonta a la época precolonial. Durante el esplendor del Imperio de Mali en el siglo XIV hicieron su aparición los Tuaregs, un pueblo nómada de origen bereber que se extiende a lo largo de cinco países (Argelia, Libia, Níger, Malí Mauritania y Burkina Faso) y que considera el norte de Mali como parte de su tierra ancestral (Azawad).

Por otro lado, tras el desmoronamiento del Imperio de Malí a causa de la rebelión de los Tuaregs, la hegemonía de la región pasó a manos de otro grupo étnico, los Songhais quienes reinaron cerca de 30 años. Una disidencia por parte del heredero ocasionó la llegada al poder de la dinastía Askia, que introduce el islam como religión oficial y que, tras casi 100 años en el poder, es derrotada por tropas marroquíes.

La intervención en el país por parte de marroquíes, así como el constante desplazamiento de árabes, bereberes y españoles dieron como resultado una mezcla con los Shonghai, lo que dio fruto a los arma, una etnia que ha jugado un papel fundamental en la actividad comercial en Tombuctú, al norte del país.

Otra de las etnias con mayor preponderancia en Mali es la fulani, que tuvo su periodo de grandeza durante el siglo XIX (años antes de la llegada del colonialismo francés) heredando la estructura política de los imperios predecesores. Fueron conquistados por los Tucoror, procedentes del actual Senegal, quienes, tras hacerse con el poder, emprendieron la yihad en contra de los Bambara (etnia predominante al sur del país) debido a su resistencia a la dominación islámica. La guerra concluyó con la derrota de los Tucoror debido a la alianza entre los Bambara y los franceses asentados en Senegal.

La división entre comunidades, el vacío de poder, así como la descomposición del tejido social que las guerras étnicas habían dejado fueron aprovechadas por los franceses que, durante la década de 1890, establecieron una colonia denominada como Sudán Francés, la cual unió en un mismo territorio a pueblos con diferentes características y modos de vida, propiciando un desarrollo desigual entre etnias, que favoreció abiertamente a los bambara, dada su participación en la conquista del norte.

Tras la independencia en 1960, la estructura político-administrativa del Estado se asentó en Bamako, al sur del país. Si bien hay miembros de distintas etnias en el gobierno, lo cierto es que las dinámicas sociales no cambian. La etnia bambara, al ser mayoría, continúa ejerciendo las mismas prácticas segregacionistas para con los pueblos del norte, en especial con los tuaregs, quienes, al considerarse olvidados y maltratados por el gobierno central, realizan una serie de levantamientos armados para independizarse de Mali.


Los bambara son la etnia mayoritaria al sur de Mali, así mismo ostentan cargos políticos de importancia. Fuente: alamy.es

Azawad, la tierra ancestral

El pueblo tuareg es una etnia seminómada que, desde hace siglos, habita el norte de Mali. A lo largo de su historia, lo tuaregs se han caracterizado por un sentimiento independentista hacia el resto del país, al considerar la tierra de Azawad como su tierra ancestral. Con el establecimiento de la colonia francesa y los beneficios que obtuvo la etnia bambara, el resentimiento étnico propició un fortalecimiento en el sentir segregacionista tuareg.

Años antes de la declaración de independencia, en 1958, el pueblo tuareg escribió una carta de petición hacia el entonces presidente de la República Francesa, Charles de Gaulle, solicitando su separación del entonces Sudán Francés para conformarse como una entidad soberana independiente[1]. En la misma se exponían los fundamentos étnicos y culturales que hacían tan diferentes al sur y al norte. La petición jamás obtuvo respuesta.

Con la conformación de la República de Mali, en 1960, y la llegada al poder de Modibo Keïta las tensiones entre los tuaregs y los bambara se intensificaron. Keïta orientó al país hacia un proceso de socialización progresiva de la economía a través de la agricultura y el comercio. Las obras de infraestructura y modernización se centraron especialmente en el sur y el norte quedó nuevamente olvidado.

Esta condición propició que, en 1963, se llevara a cabo la “primera rebelión tuareg” en donde se buscaba, por medio de las armas, el reconocimiento de Azawad como una entidad independiente a Mali. La rebelión duró cerca de un año, siendo sofocada, finalmente, por el ejército maliense que contaba con apoyo de la Unión Soviética. Los tuaregs se vieron nuevamente sometidos al control marcial del sur.

A partir de entonces y durante los siguientes 50 años, se llevaron a cabo distintas rebeliones por parte de los tuaregs[2]. Cada una de ellas sofocada por los distintos gobiernos en turno. Sin embargo, la guerra de Libia, en 2011, que contó con la participación de un número significativo de tuaregs, propició la creación del Movimiento Nacional para la Liberación del Azawad (MNLA), conformado por un gran número de soldados retornados que, fuertemente armados y con una mayor organización, tomaron el norte de Mali.

Días más tarde, producto de la mala gestión de la crisis, el entonces presidente, Amadou Toumani Touré, fue depuesto por una junta militar. La ausencia de poder en Bamako propició que el MNLA formara una unión con el grupo islamista Ansar Dine, quienes se apoderaron de las tres principales ciudades del norte (Kidal, Gao y Tombuctú) declarando así la independencia unilateral de Azawad[3]. Lo que por años había sido un proyecto de autodeterminación tuareg, pronto vería ensombrecido por el yihadismo islámico.


Mali tras la independencia de Azawad. Fuente: El País.

El auge de la yihad

Tras la declaración de independencia de Azawad y con el término de las hostilidades con las fuerzas armadas, el MNLA y el grupo islamista Ansar Dine comenzaron a tener una disputa ideológica por la visión que ambas partes tenían hacia la administración del territorio. Mientras los tuaregs veían Azawad como un lugar de autodeterminación, el Ansar Dine lo consideraba como un punto de partida para la aplicación de la Sharía en todo el país.

Las disputas escalaron a un conflicto armado. El Ansar Dine formó una alianza con otros grupos islamistas radicales, como el Movimiento para la Unicidad y la Yihad en África Occidental (MUYAO) y el brazo armado de Al-Qaeda en el Magreb islámico (AQMI) quienes pretendían unificarse con el Boko Haram en Nigeria. Finalmente, los tuaregs del MNLA fueron expulsados de Azawad meses más tarde y el norte del país se transformó en un bastión yihadista y en el epicentro del terrorismo regional.

La sombra del terrorismo se cierne sobre Europa

La secesión del norte de Mali provocó un profundo rechazo en la comunidad internacional. Diversos organismos, como la ONU, la Unión Africana y la Unión Europea rechazaron deliberadamente el estatuto de independencia de Azawad. Sin embargo, tras la expulsión de los tuaregs y el establecimiento de un bastión yihadista en la región, diversos gobiernos extranjeros emprendieron acciones militares para contener el avance del terrorismo islámico.

Tras la incapacidad del gobierno maliense para hacer frente a los grupos islamistas del norte, “el 12 de octubre el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas autorizó una misión internacional de los países de la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDAO) que fue ampliada el 20 de diciembre al resto de países de la Unión Africana”[4].

Esta situación provocó que las fuerzas yihadistas del norte emprendieran la ofensiva contra ciudades estratégicas que se encontraban bajo control gubernamental. Tras la caída de la ciudad de Konna, que divide al sur del norte, el gobierne maliense solicitó ayuda militar a Francia, que respondió con el envío de tropas en una operación militar conocida como “Operación Cerval”.

Desde entonces, la presencia de fuerzas armadas francesas en territorio maliense es una constante. Los diversos combates en contra de las fuerzas yihadistas del norte han ocasionado que el gobierno francés considere a Mali como un punto vital para la seguridad regional del Sahel y de toda Europa, pues se sabe que, al norte del país se han establecido campos de entrenamiento para perpetrar atentados en África y Europa.

Si bien la operación cerval ha servido como barrera de contención a la expansión del yihadismo, lo cierto es que la presencia de Francia en el país africano responde a intereses particulares. Según Aminata Traoré, las razones son:

Económicas: el acceso al uranio de Níger (en la zona fronteriza con Malí), fundamental para la independencia energética de Francia, y que explota la multinacional francesa AREVA.

De seguridad: la lucha contra la presencia en la zona de grupos terroristas que se dedican a la toma de rehenes franceses y a la gran criminalidad, y en particular al narcotráfico y la venta de armas.

Geopolíticas: el contrarrestar la presencia de China en la zona y la lucha contra los flujos migratorios procedentes de esta región.[5]

Opération Serval : point de situation du 4 juillet 2013

Miembros de las Fuerzas Armadas Francesas que comandan la Operación Cerval en el Sahel. Fuente: Ministére des armées

El precio de la guerra

Desde inicios de las hostilidades en el norte del país se han visto desplazadas cerca de medio millón de personas. Según datos de Oxfam, la mayoría de los desplazados han solicitado refugio en países circundantes como Níger y Burkina Faso, y otros 150,000 se han asentado en Bamako, capital del país.[6]

A pesar de la magnitud y la cantidad de desplazados, se trata de un conflicto muy silencioso. A comparación de regiones como el cuerno de África o Asia Occidental, en donde se encuentran puestos la mayoría de los focos de atención, en Mali se vive una situación alarmante invisibilizada.

La mayoría de los refugiados en el sur no se han asentado en campos de concentración, como en otras partes del mundo. Por el contrario, los desplazados de Mali viven en casas de familiares o amigos bajo condiciones precarias.

Tal situación se ha prolongado hasta el día de hoy, lo que ha provocado una crisis económica insostenible. Aunado a esto, los escándalos de corrupción en el seno del gobierno, la crisis yihadista en el norte y los más de tres millones de personas que sufren inseguridad alimentaria debido a la pandemia del COVID-19[7] fueron el punto de partida para que, el pasado 18 de agosto, una junta militar derrocara al entonces presidente Ibrahim Boubacar Keita y su primer ministro Boubou Cissé.

Los ojos del mundo puestos en Mali

El golpe de Estado que se suscitó hace un par de días resultó sorpresivo en medio de una pandemia que tiene al mundo en una constante lucha. Diversos gobiernos expresaron su preocupación e instaron a cada uno de los actores políticos a instaurar la paz y el orden constitucional.

A pesar de la violencia que caracteriza a los golpes de Estado, lo cierto es que la junta golpista expresó su deseo de “poner en marcha una transición política en el país que conduzca a la celebración de elecciones generales en un plazo razonable”[8] lo que fue celebrado por cientos de personas reunidas en Bamako.

De igual manera, Ismaël Wagué, Jefe Adjunto del Estado Mayor de la Fuerza Aérea y líder de la insurrección, afirmó que todos los acuerdos internacionales serían respetados, lo que significa que cada una de las operaciones militares llevadas a cabo durante los últimos años por fuerzas extranjeras seguirían activas.

A pesar de lo prometedor que resulta el discurso de Wagué, lo cierto es que esta situación agravaría los problemas en Mali. El vacío de poder que deja el golpe de Estado remonta a lo ocurrido en 2012 cuando el norte declaró su independencia y el yihadismo se apoderó de más de la mitad del territorio. Diversos investigadores, como Ibrahim Maïga, del Instituto de Seguridad de Bamako, consideran que la reciente inestabilidad podría ser aprovechada por grupos extremistas para propagar la inseguridad dentro del país[9]. Lo que ocurra en los días subsecuentes será vital en el futuro del país africano.

Fuentes

    Aytekin, Emre. ONU: La COVID-19 ha profundizado la crisis en Malí y el Sahel de África. 6 de junio de 2020. https://www.aa.com.tr/es/mundo/onu-la-covid-19-ha-profundizado-la-crisis-en-mal%C3%AD-y-el-sahel-de-%C3%A1frica-/1867137 (último acceso: 19 de agosto de 2020).

    Caballero, Chema. ¿Qué pasa en… Azawad? 9 de abril de 2012. https://elpais.com/elpais/2012/04/09/africa_no_es_un_pais/1333951980_133395.html (último acceso: 19 de agosto de 2020).

    Cembrero, Ignacio. Azawad: Una Somalia a las puertas de Europa. 18 de mayo de 2012. https://elpais.com/internacional/2012/05/18/actualidad/1337366258_482180.html (último acceso: 19 de agosto de 2020).

    Centro de Estudios Internacionales Gilberto Bosques. Ficha técnica de la República de Mali. México, 13 de mayo de 2020.

    El Colegio de México. Mali, la historia ignorada. 23 de mayo de 2013. https://www.youtube.com/watch?v=Gg6077lmoE0&t=589s (último acceso: 19 de agosto de 2020). INFOBAE. Tres claves para entender el golpe de Estado en Mali. 19 de agosto de 2020. https://www.infobae.com/america/mundo/2020/08/19/tres-claves-para-entender-el-golpe-de-estado-en-mali/ (último acceso: 19 de agosto de 2020).

    Kabunda, Mbuyi. EL CONFLICTO DE MALÍ: RETROSPECTIVAS, INTROSPECTIVAS Y PERSPECTIVAS. 5 de agosto de 2013. http://www.revistapueblos.org/blog/2013/08/05/el-conflicto-de-mali-retrospectivas-introspectivas-y-perspectivas/ (último acceso: 19 de agosto de 2020).

    Mazarrasa Rodríguez, Pablo. «MALÍ: RAZONES PROFUNDAS DEL CONFLICTO EN EL SAHEL.» Instituto Español de Estudios Estratégicos, 2012: 1 – 23.

    Oxfam Intermón. ¿Qué pasa en Mali? – Explicado en 4 minutos. 23 de enero de 2013. youtube.com/watch?v=vcQujwW0GCc (último acceso: 19 de agosto de 2020).

    Pérez Triana, Jesús. Operación Serval: El estilo francés de hacer la guerra. junio de 2015. https://www.researchgate.net/publication/333089499_Operacion_Serval_El_estilo_frances_de_hacer_la_guerra/link/5cdae348299bf14d959644a6/download (último acceso: 19 de agosto de 2020).

    Rojas, Alberto. Mali: un golpe de estado en el avispero de África. 19 de Agosto de 2020. https://www.elmundo.es/internacional/2020/08/19/5f3d3f13fdddff934b8b4608.html (último acceso: 19 de agosto de 2020).


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Alonso, Christian. “Mali, una crisis invisible.” CEMERI, 9 sep. 2022, https://cemeri.org/art/a-mali-crisis-inevitable-ht.