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Análisis

Alberto Moreno Carmona

Mercados Emergentes en el África Subsahariana: Retos y oportunidades frente a la crisis global

- Los procesos de emergencia económica han comenzado a pesar de todos los factores en su contra.

Mercados Emergentes en el África Subsahariana: Retos y oportunidades frente a la crisis global

África parece un sinónimo perpetuo de “subdesarrollo” y pobreza o como lo llamó la revista The Economist en el año 2000, África sin Esperanzas. Sin embargo, el golpe de realidad ha roto estos dogmas sobre la economía africana, pues los procesos de emergencia económica han comenzado a pesar de todos los factores en su contra. A pesar de la pandemia y los contratiempos políticos, el África Subsahariana podría estar frente a un proceso de transformación económica-productiva masiva. ¿El África Subsahariana se convertirá en el nuevo centro mundial de la industria global?

En efecto, ya que las dificultades para apoyar a Sierra Leone parecen intratables y dado que Sierra Leone parece personificar tanto el resto de África, empieza a parecer que el mundo tal vez se ha rendido con el continente entero.

The Economist, Hopeless Africa, 2000.

A grandes rasgos, los mercados o economías emergentes hacen referencia a los países en vías de desarrollo que presentan características de desarrollo o crecimiento por encima de otras economías con un nivel de ingreso similar. Sin embargo, no existe un consenso sobre el significado y las implicaciones de un mercado emergente. Las definiciones del término tienen un peso importante pues determinan que países acceden a esta categoría y cuales no cumplen con las condiciones para considerarse como tal.

Si bien la mayoría de las economías emergentes se centran en Asia Pacífico, un conjunto de economías africanas podría unirse a este grupo pues ha presentado un desempeño excepcional en el mundo en vías de desarrollo. El Fondo Monetario Internacional ha declarado que, a pesar de los problemas estructurales del África Subsahariana, esta será la región con mayor crecimiento, al mismo tiempo que es donde se concentran los mayores niveles de desarrollo urbano. El volumen de comercio internacional y de inversiones (tanto de recepción como de salida) va al alza, por lo que su inserción en las cadenas globales de valor es cada vez mayor. Se han registrado mejoras significativas en los indicadores de desarrollo humano, dónde la educación y la cooperación en temas sanitarios se traducen en una mayor calidad de vida[1].

África también comenzó un renovado proceso de integración continental que tenía el objetivo de hacer frente a los problemas estructurales de desarrollo que aquejaban al continente. Las décadas de los 80 y 90 presentaron años complejos para la región, pues la violencia derivada de la Guerra Fría se recrudeció y tras una serie de largas y violentas guerras civiles los procesos de paz, unificación económica y política se mantenían fuera de la agenda política. Con la ola de globalización de los 90, la diplomacia africana emprendió la iniciativa de actualizar la Organización para la Unidad Africana hacia un mecanismo de integración más amplio, emulando el espíritu de la Unión Europea. A pesar de que la década de los noventa también presentaron fuertes crisis al proyecto africano en la región subsahariana (genocidio en Ruanda o la Segunda Guerra del Congo), algunos eventos como el fin del Apartheid en Sudáfrica y el liderazgo de Nelson Mandela y Muammar al-Gaddafi, coadyuvaron a que los esfuerzos políticos se consolidaran finalmente en el año 2001, con la formación del bloque en Addis Ababa.

Fue gracias al proceso de integración de la Unión Africana que algunas de las economías consolidaron sus procesos económicos y fortalecieron sus mercados gracias a la integración con otros países de las subregiones. Las naciones más pequeñas eran las más beneficiadas, pues la integración les permitía tener acceso a bienes básicos y recursos naturales elementales para activar a los sectores con mayor potencial competitivo. La globalización y la integración facilitaron los procesos de comercio e inversión extranjera permitiendo que algunos países ingresaran al club de Países Emergentes o Mercados Emergentes.

Sudáfrica y Egipto fueron los primeros en despegar gracias a su ubicación geográfica y su industrialización más avanzada por encima del resto del continente. Gracias al boom de las materias primas los países con gran potencial energético como Nigeria y Angola (Petróleo) o Gabón (Uranio) lograron establecerse en las cadenas internacionales. Pero elementos como la inestabilidad política, el aumento de la violencia y la falta de legalidad impedían que se establecieran a la altura de otras economías emergentes.

En enero de 2021, entró en vigor la Zona de Libre Comercio Continental Africana (AfCFTA por sus siglas en inglés), después de que se aplazó su inicio a mediados de 2019 por la pandemia global. La AfCFTA será la unión de libre comercio más grande del mundo, con 54 países de los 55 miembros de la UA (Eritrea no ha ratificado el acuerdo), creando un mercado común que impulse el comercio intrarregional (16.6% de las exportaciones africanas) que se ve rebasado por el comercio con Europa (68%) y con Asia (59.4%)[2].

A pesar de ello, existe una creciente literatura enfocada en determinar que algunas economías merecen la denominación de emergente para acceder a financiamiento e inversión para el desarrollo basada en mérito[3]. La base para ello es crear coordinación en las políticas económicas a partir de las variables que promueven la inversión.

Mercados EmergentesPróximos Emergentes
Botsuana
Cabo Verde
Ghana
Lesoto
Mauritania
Mauricio
Namibia
Sudáfrica
e-Swatini
Benín
Burkina Faso
Gabón
Gambia
Madagascar
Mali
Mozambique
São Tomé
Senegal
Seychelles 

Tabla 1: Mercados Emergentes y Próximos Emergentes en África (Kehl, 2007)

Integración regional y economías emergentes

Consejo Ejecutivo de la Unión Africana en Egipto 2020 Fuente: https://see.news/egypts-fm-chairs-36th-ordinary-session-of-au-executive-council/

El proyecto de la Unión Africana (UA) tiene como objetivo primordial la integración del continente, priorizando el tema económico y comercial tiene un peso sumamente importante. Los esfuerzos de la UA se han concentrado en facilitar los procesos económicos y atender los retos al desarrollo enfocados en pobreza y desempleo, que se vuelven particularmente complicados por el crecimiento masivo de la población.

Sí bien el proceso de integración de la Unión Africana abarca a todo el continente y no se limita a los países del África Subsahariana, los mecanismos de integración subregional conocidos como Comunidades Económicas Regionales (CER) han tenido mayor impacto en el comercio, simplificando los procesos aduaneros, reduciendo las barreras no arancelarias y levantando las medidas arancelarias en la mayoría de los productos. Estas comunidades incluyen: Comunidad Económica de Estados Africanos Occidentales (ECOWAS por sus siglas en inglés), Comunidad Africana del Este y la Autoridad Intergubernamental para el Desarrollo (IGAD), la Comunidad Económica de Estados de Centroafricanos (ECCAS), la Comunidad de Estados Sajelo-Saharianos y la Comunidad Sudafricana para el Desarrollo (SADC), entre otras[4]. Las CER plantean distintos mecanismos como un mercado común y en algunos casos, uniones monetarias y aduaneras que permiten a las economías pequeñas acceder a un mercado destino más amplio, a la creación de industrias de escala, además de cierta estabilidad macroeconómica y monetaria.

A diferencia de otras regiones del mundo, la integración en el África subsahariana ha tenido efectos positivos de encadenamiento y derrame entre las economías grandes y las pequeñas[5]. El efecto de apalancamiento se concentra en el comercio intrarregional que permite el acceso a productos más baratos, así como facilita la movilización de capital interno e internacional, contando con una mayor cantidad de mano de obra y capital humano.

La creación de un mercado unificado facilita los proyectos de inversión con efectos más amplios, que permiten que las economías se diversifiquen y no dependan de los flujos externos de Inversión Extranjera Directa (IED) y de la exportación de materias primas, cuya inestabilidad de precios internacionales genera incertidumbre en los ingresos de empresas estatales y privadas. Los proyectos de IED en servicios y manufacturas cada vez tienen un mayor peso relativo con respecto al producto interno bruto (PIB) del continente, con un crecimiento del 5% anual en el período de 2011-2015[6]. A pesar de este avance, los sectores de minería y extracción siguen siendo los de mayor magnitud, debido principalmente a la demanda global (especialmente de China) y a los volúmenes de las reservas.

El principal reto contemporáneo de la integración del África subsahariana, será la creación de mecanismos que limiten los efectos negativos de los embates de la economía internacional. El libre flujo de mano de obra, el aumento en los niveles de educación, la mejora y ampliación de servicios de salud, la creación de sistemas de alimentación más amplios y la reducción de los niveles de violencia han permitido desarrollar a las sociedades africanas, sin embargo, los retos de pobreza y desigualdad de una población que crece rápidamente son difíciles de ignorar por mucho tiempo.

El efecto de China en África

La inserción de África en las cadenas globales de valor es relativamente moderna, pues sus relaciones comerciales se limitaban con los países del bloque al que se habían alineado durante la Guerra Fría, concentrado en la exportación de productos del sector primario y convivía con la ayuda internacional dada por la Unión Soviética y el bloque occidental, mientras que los países identificados como no alineados recibían cooperación Sur-Sur por parte de la República Popular China. Este acercamiento sino-africano afianzó y plantó la semilla de la relación económica futura.

        La relación entre África y la República Popular se fortaleció durante el período de despegue económico, pero las relaciones de inversiones y comercio se fortalecieron para inicios del Siglo XXI. El inicio de la relación estaba marcado por la necesidad de materias primas que cubrieran las necesidades de la industrialización, a precios lo suficientemente bajos para que se mantuvieran competitivas las exportaciones manufactureras chinas. Paulatinamente, las inversiones y exportaciones se concentraron en desarrollar el mercado interno y cuando el desarrollo en China llevó a un aumento en los salarios industriales, empezaron a instalar fábricas en el África Subsahariana, buscando salarios más bajos. La IED ha crecido continuamente, aún en los momentos de crisis económica y desaceleración, por lo que se prevé, qué aún ante la crisis económica internacional, los volúmenes de inversión continúen creciendo.

        Es innegable el efecto que ha tenido China en el continente, por lo que se han emprendido grandes proyectos de investigación en este respecto, pues la relación no es estrictamente económica. Existe una combinación diversa en el portafolio de inversión privada e inversión de empresas públicas chinas, al mismo tiempo que ambas van acompañadas de la vigorización de las relaciones diplomáticas. El acercamiento a través de los Foros China-África ha sido crucial para establecer proyectos de inversión en infraestructura como el ferrocarril costero en Nigeria, el ferrocarril Addis Ababa-Yibuti y el mega puerto y zona económica en Bagamoyo (Tanzania)\[7\]. Este impulso económico, a través de la inversión en infraestructura es el que ha permitido la rápida urbanización, pues genera centros de empleo concentrados, atrayendo la inmigración rural.

La relación entre China y las economías emergentes en el África Subsahariana también presenta efectos adversos. Aunque la postura de Beijing indica que no buscan establecer relaciones de dominación neocolonial (ejemplificadas en la Política de los 5 No: No interferir en el desarrollo local, No meterse en asuntos internos, No imponer el beneficio de China, No imponer condicionalidades a la cooperación, No imponer beneficios políticos), muchos países han adquirido altos niveles de deuda a largo plazo que, si no crecen a los niveles proyectados, serán imposibles de sostener. Algunas investigaciones señalan que esta trampa de deuda puede detener cualquier avance presentado, sin embargo, el manejo de la deuda externa es uno de los instrumentos políticos más fuertes entre China y sus acreedores.

La condonación de deuda es una de las herramientas que utiliza el gobierno chino como medida de cooperación internacional, resolviendo así el tema de la trampa de deuda, pero tiene implicaciones controversiales, pues facilita líneas de crédito a regímenes poco democráticos y con historiales de violación a los derechos humanos. Un caso altamente publicitado es el del Puerto Hambantota en Sri Lanka, que fue financiado con dinero chino y fue sometido a un arrendamiento de 99 años con la China Merchants Port Holdings, para equilibrar la balanza de pagos con China, derivada de la creciente deuda con Beijing[8]. Sin embargo, la imagen internacional fue que esto sucedió en represalia por incumplimiento de pagos.

Sin embargo, a nivel internacional la creciente presencia china en África no es percibida de manera favorable, especialmente por los antiguos colonizadores, quienes ven en riesgo su influencia en sus antiguas colonias. De entre ellos, Francia es punta de lanza pues cuenta con una presencia apabullante en África Occidental y Central, pero se concentra en los ámbitos militares, donde ha emprendido acciones militares contra el terrorismo en el Sahel. Además, el control político francés se afianza a través del control monetario de las uniones monetarias. El franco de África Occidental y el franco de África Oriental se encuentran atados a las variaciones del euro, por lo tanto, la emisión de moneda es controlada desde París. Aún durante el proceso de descolonialización, el gobierno francés aseguró el control político sobre estas regiones que consideraba estratégicas[9].

Durante la administración Macron, se ha buscado fortalecer los lazos entre las antiguas zonas coloniales y la metrópolis francesa, argumentando que el ascenso de la influencia china en África representa una amenaza para la soberanía de las naciones subsaharianas, sin embargo, Francia perpetuaría así sus relaciones neocolonialistas a través de control político, militar y monopólico de sectores estratégicos como infraestructura, energéticos y telecomunicaciones (ejercido por las empresas Balloré, Total y Orange)[10].

Los efectos diversos de la inserción de África en la economía global ya sea gracias a China, a Europa o a Estados Unidos, genera opiniones encontradas. Si bien existe un amplio apoyo a la creación de empleos y a los grandes proyectos de infraestructura patrocinados por Beijing, también existe una fuerte oposición a la explotación exacerbada de los recursos naturales y el daño al medio ambiente. De la misma manera existe un sentimiento de buscar y promover la autonomía económica como un mecanismo que genere un contrapeso y asegure que el desarrollo local.

Los nuevos mercados emergentes: retos y desafíos estructurales

El primer desafío tanto político como social y económico que enfrentan las economías africanas en conjunto es el de la inestabilidad política y la violencia. En la Africa Foreign Investment Survey se determinó que la mayor preocupación para los inversionistas es la violencia en muchos casos generada por inestabilidad política o por la fragilidad institucional[11]. En los casos planteados propuestos por Kehl como potenciales mercados emergentes, existe una percepción favorable de la situación política, sin embargo, en estos últimos años se ha presentado un detrimento del consenso entre sociedad y gobierno en algunas de las economías más grandes del continente.

La estabilidad política no solo implica la imposición de control político, sino también la existencia de procesos e instituciones democráticas que salvaguarden los derechos humanos. El autoritarismo y la violencia policial van más allá de las inversiones internacionales, pues configuran atentados contra el desarrollo de las poblaciones que deberían verse beneficiadas. Las exigencias populares de sistemas económicos más justos, más y mejores oportunidades de empleo y una protección social más amplia, se vuelven elementos cruciales para un desarrollo sostenido a largo plazo, por lo que la represión estatal mina los esfuerzos del desarrollo entendido de manera integral. El auge de la violencia de género, la violencia contra las juventudes y pocas oportunidades, aunado a sistemas insuficientes evidencian las deficiencias estructurales ignoradas por las élites políticas.

Protestas masivas en Sudáfrica exigiendo la reducción de los costos de la educación Fuente: Al -Jazeera

Nigeria, la economía más grande África, logró florecer gracias a sus reservas petrolíferas y que durante la primera década del Siglo XXI se benefició del boom de las materias primas se ha enfrentado a graves conflictos políticos. Con la insurgencia de Boko Haram la estabilidad regional de África Occidental se puso en entredicho y los avances para la reducción de la violencia se colapsaron. El aumento del autoritarismo en respuesta a las insurgencias terroristas causó descontentó en la población civil, que ha presentado fuerte resistencia a las imposiciones policíacas que exigen la disolución de las fuerzas estatales responsables de crímenes de lesa humanidad. El gobierno optó por aumentar la represión policial en el mes de octubre de 2020, alegando la imposición de toques de queda como medida de coerción a la cuarentena en respuesta a la pandemia de SARS-CoV-2[12].

Los casos de corrupción están íntimamente ligados a la inestabilidad política. Sobornos, acuerdos preferenciales para contratos del gobierno, malversación de fondos públicos e impunidad son constantes entre partidos y administraciones a lo largo del continente. El caso del presidente Jacob Zuma en Sudáfrica es un claro ejemplo de ello. Tras una larga administración, fue hasta 2019 que los tribunales le imputaron 783 cargos por corrupción y procedieron con su destitución, en una controversial lucha entre el Congreso Nacional Africano (ANC, el partido de Zuma) y los opositores[13]. El empresario multimillonario y militante del ANC, Cyril Ramaphosa, asumió la presidencia, sin que esto lograra satisfacer las exigencias civiles en un ambiente de tensión social creciente.

A pesar de que en Sudáfrica se dio jurídicamente el fin del Apartheid en 1994, las estructuras económicas de segregación racial continuaron existiendo, sin una voluntad política para transformar radicalmente el sistema productivo[14]. La tensión social derivada del aumento de las desigualdades ha abogado por medidas más radicales. Sudáfrica entró en una trampa de ingreso medio, y fue superada en 2011 por Nigeria. A pesar del crecimiento económico sostenido, la desigualdad ha aumentado con un incremento en el índice de Gini de 0.61 en 1996 a 0.63 en 2015. El nivel de desempleo ha alcanzado un nivel sin precedentes en el primer trimestre de 2019, con 27.6%, mientras que el desempleo juvenil se encuentra alrededor del 55.2%[15].

Otro país que ha logrado presentar avances significativos ha sido Etiopía, que durante la década de los 90 se enfrentó a una hambruna brutal y a una guerra con la nación vecina Eritrea, tras la caída del régimen comunista. Por 18 años presentó tazas de crecimiento por encima del promedio, así como ha recibido un volumen considerable de IED chino, acompañado de estabilidad y paz entre las distintas etnias. Sin embargo, en 2018 un asalto militar en la provincia rebelde de Tigray, quienes acusan al gobierno de Abiy Ahmed de atentar contra la federación multi-étnica establecida en 1991[16].

Como en otros conflictos africanos, la violencia no está limitada al interior de Etiopía, pues una cantidad masiva de etíopes han huido de la violencia hacia Sudán, buscando refugiarse en los campos de las Naciones Unidas. Los revolucionarios acusaron al gobierno de Eritrea de colaborar con Addis Ababa, dirigiendo ataques a la capital Asmara. Etiopía ha traslado sus fuerzas estacionadas en el Desierto de Ogaden en la frontera disputada con Somalia, reemplazándolas con fuerzas especiales. Esto debilita a la misión de la Unión Africana que se encuentra peleando con al-Shabaab, operativo militar que es percibido como intervencionista por el pueblo somalí.

La escalada en las tensiones en el cuerno de África pone en peligro la estabilidad construida en las últimas décadas y pone en riesgo la paz y el desarrollo en todo el continente. Las complejas relaciones étnicas y de interdependencia compleja en la integración regional provocan que los foros de las Comunidades Económicas Regionales tengan una mayor importancia. En años recientes, el ECOWAS ha sido responsable de mantener la paz, la estabilidad y la democracia en África Occidental. A pesar del significativo avance de África en los procesos de paz, muchos conflictos étnicos siguen latentes y representan un peligro para la región subsahariana en caso de que no sean atendidos.

El creciente papel de las Comunidades, que tienen mercados cada vez más integrados implica que los procesos de combate a la pobreza y la desigualdad, así como el desempleo (especialmente en la población joven) se vuelven retos conjuntos y precisan de decisiones concertadas. La falta de oportunidades laborales lleva a que la población más joven se vea empujada a migrar fuera del continente, en un proceso riesgoso y sin certidumbre. La necesidad de la creación de empleos con mayor requerimiento de capital humano responde al creciente nivel educativo de las juventudes africanas.

El embate de la crisis internacional ya ha tenido efectos en las economías emergentes subsaharianas, pues las cadenas globales de valor han pasado por un proceso de disrupción. Los precios internacionales de las materias de primas han alcanzado niveles aún más bajos previos a la crisis actual, pero estos obedecen a una tendencia en decrecimiento desde la crisis financiera del 2008, por lo que la desaceleración ya era esperada en las proyecciones internacionales, especialmente en los países exportadores de petróleo. Debido a que la economía china sí presentó una tasa de crecimiento significativa, se espera que los flujos de IED se mantengan constantes o incluso aumenten, en un esfuerzo para adoptar medidas contracíclicas. Las economías emergentes en el África Subsahariana presentan oportunidades de volverse más atractivas a nivel internacional, con una mayor competitividad y mejores condiciones de vida, pero para esto será necesario que las deficiencias estructurales sean atendidas para generar un desarrollo económico inclusivo y sostenible.

Fuentes

    1. Prados de la Escosura, Leandro. «Human development in Africa: A long run perspective.» Working Papers in Economic History (Universidad Carlos III de Madrid), 2011: 1-67.

    2. Arizala, Francisco, Matthieu Bellon, y Margaux MacDonald. «África se une.» Finanzas & Desarrollo, 2018: 48-51. 3. Kehl, Jenny. «Emerging Markets in Africa.» African Journal of Political Science and International Relations, 2007: 001-008

    4. Office of the Special Adviser to Africa-UN. The Regional Economic Communities (RECs) of the African Union. n.d. https://www.un.org/en/africa/osaa/peace/recs.shtml (accessed 01 18, 2021).

    5. Rodríguez Añuez, Myrna, y Luis Ochoa Bilbao. «La experiencia de la integración regional en África Subsahariana: los casos de SACU y la SADC.» En Tendencias hacia la regionalización mundial en el ámbito del siglo XXI: América, Asia, África, Europa, Eurasia y Medio Oriente, de Pedro Manuel Rodríguez Suárez, 387-406. Puebla: BUAP, 2013.

    6. Analyse Africa. The Africa Investment Report 2016. Financial Times, 2016, https://www.camara.es/sites/default/files/publicaciones/the-africa-investment-report-2016.pdf

    7. Shepard, Wade. What China is really up to in Africa. 3 de Octubre de 2019. https://www.forbes.com/sites/wadeshepard/2019/10/03/what-china-is-really-up-to-in-africa/?sh=584520e35930 (último acceso: 17 de Enero de 2021).

    8. Moramudali, Umesh. The Hambantota Port Deal: Myths and Realities. 01 de Enero de 2020. (último acceso: 17 de Enero de 2021). 9. Fouquet, Helen. Macron’s Africa Outreach Eclipsed by China’s New Global Power. 12 de Marzo de 2019.

    10. Afa’anwi Ma’abo Che. China’s Rise in the African Franc Zone and France’s Containment Policy. 7 de Agosto de 2019. https://www.e-ir.info/pdf/79642 (último acceso: 17 de Enero de 2021).

    11. Arizala, Francisco, Matthieu Bellon, y Margaux MacDonald. «África se une.» Finanzas & Desarrollo, 2018: 48-51.

    12. Human Rights Watch. Nigeria: Crackdown on Police Brutality Protests. 16 de Octubre de 2020. https://www.hrw.org/news/2020/10/16/nigeria-crackdown-police-brutality-protests (último acceso: 18 de Enero de 2021).

    13. Heiberg, Tanisha. South African Supreme Court upholds reinstating 783 corruption charges against Zuma. 13 de Octubre de 2017. https://www.reuters.com/article/us-safrica-politics-zuma/south-african-supreme-court-upholds-reinstating-783-corruption-charges-against-zuma-idUSKBN1CI1B7 (último acceso: 18 de Enero de 2021).

    14. Bello Gómez, Felipe de Jesús, y Diana Bank. «África del Sur: ¿El Final de una promesa?» En BRICS: La nueva agenda, de Juan Carlos Gachúz Maya y Diana Bank, 191-212. Puebla: BUAP, 2014.

    15. Banco Mundial. South Africa Overview. 10 de Octubre de 2019. https://www.worldbank.org/en/country/southafrica/overview#:~:text=South%20Africa%20remains%20a%20dual,increased%20from%200.61%20in%201996. (último acceso: 18 de Enero de 2021).

    Marks, Simon. Ethiopia’s internal conflict explained. 18 de Noviembre de 2020. https://www.politico.eu/article/ethiopia-internal-conflict-explained/ (último acceso: 18 de Enero de 2021).


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