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Análisis

José Marín

¿Qué modernidad se construye a partir de la tecnología?

- Innovación tecnológica no siempre es sinónimo de progreso, ¿sabemos con exactitud qué se esconde detrás de nuestros avances en ciencia y tecnología?

¿Qué modernidad se construye a partir de la tecnología?

La historia de la humanidad ha estado intrínsecamente ligada al desarrollo de la tecnología, el cómo aplicamos diferentes dispositivos a nuestra vida diaria resulta esencial para hablar de un “progreso”; no debemos remitirnos de forma automática a la descripción de nuestro presente o al anhelo de nuestro futuro, el contexto histórico o incluso el geográfico, son variables que subordinan la concepción de “tecnología”. La sociedad primitiva dependía del éxito de sus herramientas al cazar, así como la sociedad moderna depende de sus computadores para trabajar y comunicarse; así, de alguna u otra forma, existe una relación entre los fines de cada objeto, porque edifican y permiten describir a una sociedad, e incluso condicionan la manera en que ésta se desenvuelve con su entorno, sin olvidar el propósito de cada una de ellas: la obtención de alimento o la obtención de dinero (para los ejemplos señalados).

Si nos remitimos al aspecto semántico de la palabra “tecnología”, la Real Academia Española le otorga diferentes significados, uno de ellos: “conjunto de instrumentos y procedimientos industriales de un determinado sector o producto”[1]. En este nivel de significado, la Real Academia ve a la tecnología como un conjunto, además de que el nivel de análisis se queda en el aspecto material, para nada se interrelaciona con el otro significado que le da como el “lenguaje propio de una ciencia o un arte”[2]; el mismo significado pareciera que nos genera una dicotomía, por una parte se nos habla de la técnica, es decir de los instrumentos y procedimientos, mientras que en la otra, se nos remite a la inclusión de una variable más: la ciencia.

No obstante, hay otra connotación que se le otorga a esta palabra, que rompe con esta falsa dicotomía al conjugar ambas propiedades (la técnica y la científica), para entenderla como el “conjunto de teorías y técnicas que permiten el aprovechamiento práctico del conocimiento científico”[3]; en razón de esto, podemos entonces dilucidar algunos rasgos que resultarán esenciales para contestar nuestra pregunta inicial, los cuales son: ciencia, técnica, conocimiento científico, productos y procedimientos industriales.

Pruebas de laboratorio sobre la resistencia de materiales.

Todo bien material, es producto de un proceso industrial; todo proceso industrial es producto de la aplicación técnica del conocimiento científico. Este conocimiento emplea a las ciencias exactas, es decir a la química, la física, las matemáticas o cualquier otro conocimiento científico “formal”. Por lo tanto, debemos comprender todo el entramado que existe detrás de cualquier bien material procesado, pues es resultado del “progreso” de la humanidad y a su vez, como señalaba en un inicio, condiciona el desenvolvimiento de ella, pues el grado de conocimiento científico que se aplica cada vez es más sofisticado, no sólo eso, la economía política internacional también es una variable más, entonces ¿qué tenemos?

La ciencia detrás de las estructuras de poder

Lo que obtenemos son conocimientos científicos materializados en industrias que, gracias a la estructura económica internacional, se instauran en naciones estratégicas, que aprovechan las características propias de los Estados, tales como la protección política y comercial o, en el peor de los escenarios, vacíos legales que les permitan fácil acceso a los recursos naturales con los que se fabricarán sus bienes. Es así como el anhelado “progreso” sólo se vive en los polos dotados de un privilegio histórico; aquellas sociedades que fueron capaces de consolidar sus comunidades científicas y que gracias a sus clases sociales más adineradas pudieron edificar grandes monopolios sobre recursos esenciales. Lo fue con los Países Bajos y el caso de la consolidación de la Compañía Holandesa de las Indias Orientales sobre la tela, así como las especias; también el Reino Unido y las empresas surgidas gracias a la Revolución Industrial que no sólo gozaron de innovación tecnológica aplicada a los procesos industriales sino también aplicado a los medios de transporte, lo que trajo consigo una fuerte dependencia a los recursos energéticos, comenzando con el carbón.

La Libra Esterlina sigue gozando de una sólida estabilidad monetaria.

Como se puede observar, hablar de tecnología no es fácil, las variables son tantas que podemos elegir a una sola para analizarla y obtener conclusiones, sin embargo, la innovación científica no sólo está presente en las ciencias exactas, las ciencias sociales han observado por años cuidadosamente el desarrollo de cada una de estas variables generando múltiples teorías para poder anticipar decisiones en el plano político y, más recientemente, en el plano transnacional. Una de ellas es el análisis de sistemas complejos, donde las variables pasan a ser definidas como elementos de un sistema con propiedades exclusivas que no son la simple adición de las propiedades de los elementos; este sistema posee una estructura determinada por el conjunto de relaciones de los elementos y no por los elementos mismos; además de que las relaciones que caracterizan a la estructura constituyen lazos que son dinámicos y que fluctúan de forma permanente, en algún punto puede ser tal su fluctuación que pueden desembocar en una nueva estructura[4].

Lo que nos dice la anterior concepción del mundo, en simples palabras, es que: no sólo existen variables, sino que existen relaciones entre éstas, mismas que dan origen a un contexto único en constante cambio y que en algún punto determinado, la complejidad de ellas puede ser tal que den origen a una nueva realidad de relaciones de poder, relaciones económicas o cualesquiera tipos de relaciones. Esta teoría se caracteriza por emplear a las ciencias sociales y a las ciencias exactas para el estudio de su unidad de análisis: los sistemas complejos. No obstante, las concepciones neo-marxistas también nos aportan un gran bagaje para estudiar a la tecnología y a la sociedad moderna; las relaciones de fuerza vistas como clases sociales y su relación con la estructura coinciden en la visión de los sistemas complejos al analizar el poder y el contexto histórico.

La multiplicidad de variables no sólo es visible en la cantidad de industrias, productos, materias primas, economías o regiones, sino también en la ciencia, ¿qué teoría o escuela de pensamiento es la indicada para estudiar el fenómeno de la tecnología? ¿qué teoría puede ser la más exacta en la descripción de este fenómeno?

La abstracción teórica de la realidad permite dotar de un lenguaje a los fenómenos internacionales

De momento, para los fines inmediatos del presente estudio, realizaremos algunas notas entre las ideas del Sistema-Mundo y también de la Interdependencia. La primera acepción, fue pionera al describir el desarrollo tecnológico que Países Bajos tenía en la Europa del S.XVI-XVII, adoptó la concepción de “hegemonía” para describir al fenómeno de superponer los intereses de una nación sobre otras, gracias a sus recursos de poder y su bonanza económica. Posteriormente esta característica (la de hegemonía) se les otorga a otras dos naciones: Reino Unido y, después, Estados Unidos. Este traslado de poder entre una nación y otra es causado, entre tantos otros factores, por el monopolio industrial de las tecnologías de punta y la disposición de ciertas materias primas[5].

Por otro lado, en “After Hegemony”, una obra interdependentista, se evalúa que la estabilidad hegemónica es posible si y sólo si una hegemonía tiene pleno control sobre las fuentes del capital, ejerce control sobre los mercados, tiene ventajas comparativas en la producción de bienes de alto valor agregado y además posee el acceso y el control sobre materias primas cruciales[6]. Esto último es indispensable, ya tenemos a dos autores que nos hablan sobre la importancia de las materias primas, y más aún: materias primas cruciales.

Un eslabón más: materias primas cruciales

Las minas de muchas de las materias primas cruciales son al aire libre, lo que provoca mayor contaminación ambiental.

En 2006, el Consejo Nacional de Investigación de Estados Unidos introdujo el término “materias primas cruciales” para denominar a aquellos elementos indispensables para la economía estadounidense con base en su disponibilidad y la importancia de sus aplicaciones[7]. Con esto se detectó que existían elementos capaces de formar superaleaciones con otros metales, que son empleados en las industrias, como la aeronáutica, por su capacidad de resistir a altas temperaturas, además de disminuir la corrosión y alargar la vida útil de los productos finales. No sólo existen potenciales ventajas económicas, sino que también medioambientales, ya que el empleo de ciertos elementos con propiedades magnéticas únicas como el Neodimio, permiten abandonar paulatinamente el uso de combustibles fósiles, pues sus aplicaciones son dirigidas a la creación de baterías y motores en automóviles eléctricos.

Sin embargo, hay que recordar la disponibilidad, variable que hace “crucial” a estas materias primas, ya que por sí mismas no son capaces de funcionar, es decir, necesitan de otros insumos; por ejemplo: el carburo de tungsteno necesita del cobalto para formar carburos cementados, que son utilizados por la industria minera como herramientas de corte, las propiedades que tiene es su extrema dureza y su resistencia a la compresión[8]. Después de diversas investigaciones científicas, se concluyó que el único substituto de esta superaleación, es otra, integrada por el boro y el nitrógeno, en su compuesto binario: nitruro de boro. El tungsteno, el cobalto y el boro se encuentran en la lista de materias primas cruciales y se encuentran distribuidos alrededor del planeta, China es el mayor exportador de tungsteno, Estados Unidos lo es del boro y la República Democrática del Congo lo es para el cobalto[9]. La disponibilidad recae en las vertientes de: vulnerabilidad a la restricción del suministro causado por barreras comerciales o inestabilidad política, además de si existe o no algún otro substituto. Un ejemplo claro de esto fue lo ocurrido en 1970 en el Zaire (República Democrática del Congo), el estallido de la guerra civil provocó un decrecimiento en la disponibilidad del cobalto y a su vez produjo que los Laboratorios de Investigación de General Electric buscarán alternativas a este elemento usado en baterías eléctricas, lo que desembocó en la utilización del renio como principal substituto[10].

La realidad es un reflejo de nuestra ciencia, ¿estamos conformes con lo que hemos hecho?

Pareciera que la humanidad se encuentra en un bucle; donde su incesante necesidad consumista la lleva a adquirir nuevos productos que sean capaces de incrementar el dominio de sus clases sociales más adineradas contra aquellas menos afortunadas, sobra decir que las aplicaciones tecnológicas de las materias primas cruciales van desde la medicina (en tratamientos neurodegenerativos y de cáncer), las energías renovables hasta aquello que se presume como “progreso”; en parte es cierto. Las comunidades científicas alrededor del globo nos han permitido volver a anhelar un futuro progresista, estar cada vez más cerca de reducir los estragos de la contaminación y con esto, salvaguardar vidas o mejorar la calidad del aire. No obstante, existe otra realidad, más cruda, donde empresas transnacionales con su capacidad investigativa y recursos económicos son capaces de doblegar Estados débiles. ¿Dónde queda la salvaguarda de la población, cuando el Estado es incapaz de proveer seguridad?

Lo vemos en Bolivia, donde el litio, otra materia prima crucial, fue un sospechoso en el derrocamiento de un gobierno de izquierda; en México, donde la capacidad del Estado se ve cada día más cuestionada por su incapacidad de frenar los ataques de grupos del narcotráfico en estados clave, donde recientemente se encontró litio; en la República Democrática del Congo, donde su debilidad institucional permite que niños trabajen en minas de cobalto, o bien, en China, donde la irresponsable extracción de recursos como las tierras raras ha permitido altos niveles de contaminación. La modernidad, al igual que nuestras estructuras e instituciones se deben cuestionar, ya que el progreso científico ha mejorado la calidad de vida en ciertas ciudades, las innovaciones tecnológicas han venido acompañadas de grandes aciertos, pero también de grandes conflictos por el poder.

Mina de cobalto en República Democrática del Congo.

La hegemonía de una nación depende de su accesibilidad a los recursos naturales y su innovación en industrias de tecnologías de punta, ya científicos sociales hablan al respecto, sin embargo, no hay que olvidar dónde estamos parados, como una nación mexicana, nuestro contexto político y social nos conduce hacia ciertas maneras de concebir la realidad internacional, gracias a las tecnologías que tenemos a nuestro alcance se nos ha permitido ver el mundo de una forma, por lo tanto, el futuro de esta sociedad, la mexicana, esta condicionada por los nexos con su entorno, la explotación de los recursos naturales a nuestro alcance y qué tanto se ocupe la sociedad en reflexionar sobre su vida, su modernidad. Lo mismo aplica para cualquier otro tipo de sociedad, el cuestionar: ¿Qué modernidad se construye a partir de la tecnología?, debe dirigirnos a repensar nuestro modo de producción y tomar en cuenta las variables culturales, socioeconómicas y la complejidad de relaciones de poder de las naciones donde habitamos. Sólo así obtendremos respuestas colectivas o individuales de forma clara y acertada.

Fuentes

    [1] Real Academia Española. Definición de “tecnología” (Edición del tricentenario, 2020). En: https://dle.rae.es/tecnolog%C3%ADa+.

    [2] Ibidem.

    [3] Ibidem.

    [4] García, Rolando. “Estructura, complejidad y jerarquías”, en: Sistemas complejos: conceptos, método y fundamentación epistemológica de la investigación interdisciplinaria p.125. Barcelona: Gedisa, 2006.

    [5] Wallerstein, Immanuel. “El surgimiento de los Sistemas Estatales: Naciones-Estado soberanas, colonias y el sistema interestatal”, en: Análisis de sistemas-mundo p.42. Ciudad de México: Siglo XXI Editores, 2004.

    [6]Keohane, Robert. «Evaluating The Theory Of Hegemonic Stability», en: After Hegemony p. 32. Chichester, West Sussex: Princeton University Press, 1984.

    [7] Graedel, T.E., E.M. Harper, N.T. Nassar, y Barbara K .Reck. «On the material basis of modern society.» Proceedings of the National Academy of Sciences of the United States of America , 112, nº 20 (2015): p. 6296.

    [8] Ibid. p. 6298.

    [9] Los datos están basados en la cantidad exportada por esas naciones durante el año 2019. La información puede ser consultada en: trademap.org utilizando los códigos: 8101 para el tungsteno; 2810 para el boro; y 2605 para el cobalto.

    [10] Graedel, T.E, et al.op. cit. p. 6297


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