Ir al contenido
[X]

Análisis

Alejandro Hernández

El sector espacial: La prioridad más allá de la geopolítica

- El trabajo conjunto con industrias como SpaceX y Boeing representa la necesidad de cooperación y la urgencia por mantener un liderazgo en una futura área de competencia.

El sector espacial: La prioridad más allá de la geopolítica

El dron Ingenuity logró completar su cuarto vuelo en Marte, pilotado por la NASA a más de 400 millones de kilómetros. En el último año, se realizaron hazañas similares: los viajes del Crew Dragon a la Estación Espacial Internacional (ISS) o colocar con éxito al rover Perseverence en suelo marciano. Mientras tanto, la pandemia del COVID-19 ha arrasado con vidas, economías y ha elevado las tensiones entre ciudadanos y países. En Medio Oriente y África continúan los conflictos y la hambruna; al mismo tiempo que la crisis climática es cada vez más grave. Parece ilógico celebrar el envío de un rover, cuando hay tantos problemas en la Tierra, es contradictorio invertir en la exploración espacial e ignorar las emergencias sociales.

Sin embargo, además de los beneficios colaterales que ha brindado a lo largo de los años, el sector espacial será el próximo escenario de cooperación o de competencia, independientemente de los problemas en la Tierra. Representa oportunidades en temas de tecnología, ciencia, economía, mitigación de la crisis climática y geoestrategia.

El sector espacial de antes y su importancia política

Tras el lanzamiento del satélite Sputnik 1, en 1957, el analista Philip W. Quigg argumentó que “el espacio era un reino aparte, sujeto a sus propias leyes naturales pero, hasta ahora, más allá del alcance de aquellas creadas por el hombre” por lo que era un área neutral que, en un contexto de Guerra Fría, necesitaría de “una regulación sobre algo que no se conoce y, de no mediarse correctamente, resultará en conflictos de interés que quedarán fuera del alcance de las instituciones y los ciudadanos”.[1] Pero opuesto a la creencia popular, Sputnik 1 fue el resultado de trabajo multilateral impulsado por ambos, EE.UU. y la URSS: Más de 26 países se reunieron en un esfuerzo colectivo para formalizar el International Geophysical Year (IGY) 1957-1958 cuyo proyecto fue el lanzamiento del satélite.[2]

El pánico lo tuvieron solo algunos actores políticos: las encuestas que se realizaron a los pocos días del lanzamiento mostraron que 13% de los ciudadanos lo consideraron un golpe a EE.UU., mientras que el restante lo vio como un logro de la humanidad. En un principio la exploración espacial estuvo impulsada por la cooperación y “llegar más lejos”. Ejemplo de esto es que a pesar de haberse fundado durante la Guerra Fría, la NASA es una institución cuyo enfoque es civil; tanto que Lyndon B. Johnson, aún como senador, cabildeó para dejar fuera el rol del sector militar en las misiones espaciales, presionado a su vez por los tratados internacionales.[3]

Estos últimos buscaron atender las preocupaciones que describió Quigg en 1958 y su importancia está en que proyectaron que el sector espacial crecería en las próximas décadas. Hoy existen cinco tratados de Naciones Unidas al respecto, así como otros cinco principios aprobados por la Asamblea General que buscan mantener la neutralidad en el sector y hasta la fecha se promueven acuerdos internacionales para mediarlo.[4]

No obstante, a medida que avanzó la Guerra Fría (con la crisis de los misiles, la guerra de Vietnam y la carrera nuclear) el discurso de Sputnik como un logro de la humanidad se esfumó e inició la carrera espacial, una narrativa política que se convirtió en la principal justificación para invertir en el espacio. El presupuesto federal que se invirtió durante la Guerra Fría versus el que se invierte hoy muestra la motivación geopolítica de ese entonces: en el auge del programa Apollo, EE.UU. llegó a destinar 4.41% del presupuesto federal en el sector, cuando desde 1990 el máximo ha sido 1.05 porciento.[5][6]

Fuente: Elaboración propia con datos de Tax Policy Center (2021).

Si bien el conflicto ideológico del siglo XX dejó clara su relevancia en lo político, los beneficios colaterales amplían el impacto del sector, haciéndolo una prioridad para más actores que los Estados.

La relevancia del sector espacial

El siglo XXI trajo nuevos dilemas de seguridad, una globalización desigual, crisis climática, conflictos civiles y crisis humanitarias. En este contexto, pareciera que la población ya no piensa que el espacio sea una prioridad, pero existe un importante apoyo civil a los programas espaciales. De acuerdo con una encuesta de Pew Research, 72% de los ciudadanos considera esencial que EE.UU. continúe como el líder de la exploración espacial, 80% opina que la ISS es una inversión sensata.[7]

También es importante observar la edad, la afiliación política y la escolaridad en estas opiniones: 70% de los millenials, 73% de la Generación X y 71% de los Baby Boomers consideran prioritaria la exploración espacial hoy en día (88%, 78% y 75% respectivamente opinan a favor de la estación espacial). Del mismo modo, tanto 72% de demócratas como de republicanos favorecen la exploración espacial. En cuanto a escolaridad: 69% de personas con preparatoria o menos, 70% con algún estudio superior y 80% con estudios superiores, ven la exploración espacial como prioridad a futuro (72%, 80% y 90% respectivamente para la inversión en la ISS).[8] No se trata solamente de lo político, sino que en varios ámbitos se considera pertinente.

Una perspectiva espacial

Al ser un sector multidisciplinario, no se puede encerrar en una sola perspectiva. Por esto es importante revisar el impacto que tiene en diversas áreas como el cambio climático, la economía y el apoyo humanitario. En primer lugar es imposible negar los efectos en la atmósfera de los combustibles utilizados, por lo que los lanzamientos de un cohete Space Shuttle, que emite en promedio 443 toneladas métricas de CO2 por lanzamiento, representa un grave golpe ecológico, incluso con un combustible que es mayormente vapor de agua.[9] Aunque el fin no justifica los medios, los beneficios lo suavizan al ser numerosos y efectivos.

Ha sido la NASA quien ha concientizado acerca de la crisis climática mediante publicaciones, cabildeo y tecnología. Por ejemplo, en 1968, el astronauta William Anders regresó de orbitar la luna con la fotografía Earthrise, la cual fue un parteaguas en la percepción de la fragilidad del planeta. En sus palabras: “fuimos a explorar la luna, y lo más importante que descubrimos fue la Tierra”.[10]

En lo práctico, el satélite de la NASA reveló el agujero en la capa de ozono en el Ártico, concientizando a la comunidad global y motivando al Protocolo de Montreal de 1987, el primer convenio internacional sobre impacto medioambiental (que dio pie al Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático [IPCC] en 1988).[11]

Sería imposible mencionar y describir todas las innovaciones o beneficios que ha brindado la exploración espacial. En lo general, están las tecnologías de energía renovable, como la energía solar[12], o el sistema de monitoreo y proyección, utilizado tanto para desastres naturales, como para la vigilancia de cambios ecosistémicos, especies invasivas de flora y fauna, impacto de la deforestación (importante para la rendición de cuentas de Estados y empresas), sequías o vigilancia de corales en diversos océanos.[13] Por último, una de las innovaciones más importantes es la capacidad de generar oxígeno en Marte, experimento reciente completado por Perseverance con muchísimo potencial para limpiar los contaminantes del aire y otras aplicaciones.

Sin embargo, para algunos no justifica priorizarlo por encima del tema humanitario, donde el argumento de “esto o el otro” al parecer no deja espacio para “esto y lo otro”. Creer que si se dejara de invertir en el espacio se resolverían crisis humanitarias es una visión simplista del mundo, considerando que la idea de arreglar la desigualdad con más dinero ha sido contraproducente en muchas regiones.

En ese caso sería mejor revisar los presupuestos de otras instituciones como la National Endowment of the Arts, que tiene ocho veces más presupuesto que la NASA, pero es necesario para impulsar el arte; o como FIFA o el Comité Olímpico, a pesar de que el deporte es de gran importancia. Con eso en mente, el sector espacial es indispensable para el avance científico de hoy y también para la economía.[14] La NASA emplea a más de 18,000 estadounidenses. Innovaciones como el GPS, cuya utilidad es de USD$56 mil millones anuales[15] y programas sociales que han beneficiado a los agricultores de países en vías de desarrollo también surgieron del sector espacial. Todo esto sin tomar en cuenta el impacto de empresas como Space X.[16]

El sector espacial ya es una prioridad que está ligada a muchos otros. A futuro será cada vez más relevante para actores civiles, públicos y privados, por lo que a pesar de las críticas, las potencias seguirán desarrollándolo.

La prioridad se evidencia en las acciones y sucesos

El 01 de mayo de 2021, la administración de Joe Biden asignó a la vicepresidenta Kamala Harris para presidir el Consejo Nacional del Espacio en EE.UU.[17] Colocar a una figura de tan alto rango siempre es una estrategia importante para afirmar la relevancia de una agenda; además de dar un inusual seguimiento a la administración Trump, quien fundó la [Space Force](http://Fuerza Espacial: qué es el nuevo servicio militar de EE.UU. que Donald Trump lanzó oficialmente https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-50876950) en 2019. El trabajo conjunto con industrias como SpaceX y Boeing representa la necesidad de cooperación y la urgencia por mantener un liderazgo en una futura área de competencia. Tanto China como Rusia tomaron la iniciativa de liderar la siguiente ISS en cuanto la actual sea obsoleta.

En cuanto a instituciones internacionales y los convenios que proponen, estos cada vez cobran más relevancia. Por ejemplo, el reingreso descontrolado del cohete chino March 5B el 09 de mayo fue duramente criticado por los organismos internacionales, quienes reiteraron la necesidad de actualizar acuerdos como el "Convenio sobre la responsabilidad internacional por daños causados por objetos espaciales" (1972) y el "Convenio sobre el registro de objetos lanzados al espacio ultraterrestre" (1975), con el fin de que exista rendición de cuentas sobre la basura espacial que tienen los Estados (EE.UU. y Rusia son los que más generan), así como transparencia de lo que se envía al espacio (particularmente en el caso de India y China).[18]

Es decir, las piezas se están moviendo para todos los actores. Por ahora el espacio representa un punto neutral para la cooperación, por lo que no debe hacerse a un lado en favor de “cosas más importantes”, lo que provoque la prevalencia de agendas políticas, como en la Guerra Fría. Será necesario estar atentos ya que incluso podría ser la respuesta a muchas de las crisis actuales. En palabras del autor Harold James:

La historia muestra que muchas crisis producen más cooperación. Los desafíos pueden generar creatividad, una mejor comunicación y una mayor disposición para aprender de las soluciones efectivas adoptadas en otros lugares. Los gobiernos […] se dan cuenta de que su capacidad para brindar los servicios que demandan sus poblaciones requiere respuestas que se encuentren en el extranjero.[19]

En este caso, tal vez, que se encuentren fuera del planeta.

Fuentes

    [1] Alina Schumacher, “Should more money be spent on space exploration rather than to solve humanitarian problems on Earth?”, YSJ, 2019, https://ysjournal.com/should-more-money-be-spent-on-space-exploration-rather-than-to-solve-humanitarian-problems-on-earth/.

    2] Philip W. Quigg, “Open Skies and Open Space”, Foreign Affairs 37, núm. 1 (1958): 95–106, https://www.foreignaffairs.com/articles/space/1958-10-01/open-skies-and-open-space.

    [3] Mai’a K. Davis Cross, “The social construction of the space race: then and now”, International Affairs 95, núm. 6 (el 1 de noviembre de 2019): 1403–21, https://doi.org/10.1093/ia/iiz190.

    4] Roger D. Launius, “An unintended consequence of the IGY: Eisenhower, Sputnik, the Founding of NASA”, Acta Astronautica 67, núm. 1–2 (julio de 2010): 254–63, https://doi.org/10.1016/j.actaastro.2009.10.019.

    [5] “Tratados y Principios de las Naciones Unidas sobre el Espacio Ultraterrestre” (Nueva York, 2002), https://www.unoosa.org/pdf/publications/STSPACE11S.pdf.

    [6] Cross, “The social construction of the space race: then and now”.

    [7] Kimberly Amadeo, “NASA Budget, Current Funding, History, and Economic Impact”, The Balance, el 30 de agosto de 2020, https://www.thebalance.com/nasa-budget-current-funding-and-history-3306321.

    [8] Cary Funk y Mark Strauss, “Majority of Americans Believe It Is Essential That the U.S. Remain Global Leader in Space”, 2018, https://www.pewresearch.org/science/2018/06/06/majority-of-americans-believe-it-is-essential-that-the-u-s-remain-a-global-leader-in-space/.

    [9] Ibid.

    [10] Florian Kordina, “What is the environmental impact rockets have on our air?”, Everyday Astronaut, 2020, https://everydayastronaut.com/rocket-pollution/.

    [11] Greg Autry, “Space Research Can Save The Planet – Again”, Foreign Policy, 2019, https://foreignpolicy.com/2019/07/20/space-research-can-save-the-planet-again-climate-change-environment/.

    [12] Ibid.; Organización de las Naciones Unidas [ONU], “Climate negotiations timeline”, UNFCCC, s/f, https://www.un.org/sustainabledevelopment/climate-negotiations-timeline/.

    [13] Robin George Andrews, “Can Spaceflight Save the Planet?”, Scientific American, 2019, https://www.scientificamerican.com/article/can-spaceflight-save-the-planet/.

    [14] Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas, “Contribución de las tecnologías espaciales al desarrollo sostenible y ventajas de la colaboración internacional en la investigación sobre este ámbito” (Ginebra, 2020).

    [15] Amadeo, “NASA Budget, Current Funding, History, and Economic Impact”.

    [16] Greg Autry, “America’s Investment in Space Pays Dividends”, Forbes, el 9 de julio de 2017, https://www.forbes.com/sites/gregautry/2017/07/09/americas-investment-in-space-pays-dividends/?sh=3bb6d7ba639b.

    [17] ONU, “Space for Agriculture Development and Food Security”, 2015, https://www.unoosa.org/res/oosadoc/data/documents/2016/stspace/stspace69_0_html/st_space_69E.pdf.

    [18] Molly Nagle, “Vice President Kamala Harris to chair National Space Council”, ABC News, el 1 de mayo de 2021, https://abcnews.go.com/Politics/vice-president-kamala-harris-chair-national-space-council/story?id=77439506&cid=clicksource_4380645_7_film_strip_icymi_image.

    [19] Peter Stubbe. “State Accountability for Space Debris : A Legal Study of Responsibility for Polluting the Space Environment and Liability for Damage Caused by Space Debris. Studies in Space Law”. Leiden: Brill | Nijhoff, 2017.

    [20] Harold James, “Globalization’s Coming Golden Age”, Foreign Affairs 100, núm. 3 (2021): 10–19, https://www.foreignaffairs.com/articles/united-states/2021-04-20/globalizations-coming-golden-age.


El mejor contenido en tu bandeja de entrada

Únete a nuestro boletín con lo mejor de CEMERI

Artículos relacionados

Hernández, Alejandro. “El sector espacial: La prioridad más allá de la geopolítica.” CEMERI, 15 sept. 2022, https://cemeri.org/art/a-sector-espacial-prioridad-geopolitica-eu.