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Análisis

Rosario Rivera, Alí Gómez Villascán

Disputa por el Ártico: China y Rusia frente a Estados Unidos

- La disputa entre EUA, China y Rusia no se limita a una guerra comercial, sino que es a la par, una competencia estratégica por el Ártico.

Disputa por el Ártico: China y Rusia frente a Estados Unidos

La actual disputa entre los Estados Unidos de América contra la República Popular China (RPCh) y la Federación Rusa no sólo se limita a una guerra comercial, abarca, asimismo, una competencia estratégica por diferentes regiones – entre ellas el ártico. Pese a que Estados Unidos podría pensarse como favorito dada su hegemonía, esta en realidad se ha ido debilitando a tal grado que podría perder la batalla en el Ártico frente a Rusia y China.

El sistema contemporáneo, establecido tras la disolución de la Unión Soviética en 1991, se ha caracterizado por el desmedido actuar de los EE. UU. Sin embargo, casi treinta años después, la supremacía ya se ha visto amenazada por el ascenso de nuevas potencias emergentes y ciertos sucesos inesperados como la pandemia de la COVID-19. A raíz de ello el hegemón ha tenido más limitaciones que nunca. Al respecto, Fareed Zakaria, quién es un destacado autor del realismo neoclásico, indica que el mundo ha entrado en una fase post-estadounidense en la que han surgido otros dos jugadores principales.

Es innegable la preocupación de Estados Unidos ante la creciente expansión del poder ruso, pero existe una mayor que incluso desafía el orden mundial establecido: «el Dragón rojo». Sería tan anticipado como incierto afirmar que cualquiera de estos dos últimos países puede – de manera individual – imponer una nueva era y colocarse en la cima del sistema internacional. Sin embargo, tal escenario no resulta muy lejano si hablamos de la cooperación sino-rusa, aquella asociación estratégica [2] sin precedentes que se propone a poner en jaque al unilateralismo estadounidense.

El poder económico, político, militar y tecnológico que han desarrollado Rusia y China les otorga una capacidad de negociación bastante fuerte. De tal modo que estos han expandido su influencia en el mundo a través de lo que se conoce como smart power o poder inteligente. Este tipo de poder se basa en la creación de una estrategia que combina los elementos tanto del poder duro como del poder suave.

Si bien es cierto que la Unión Europea (UE) tiene el apoyo de los Estados Unidos, su cercanía con las dos potencias antes mencionadas hace que la toma de decisiones para el bien de la integración económica europea sea difícil ante la presión del hegemón norteamericano. No obstante, frente a hechos como la dependencia de Europa al gas ruso y fuertes inversiones de China en dicha región, las opciones son tan limitadas que la expansión de Rusia y China es practicamente inevitable.

El cambio climático, que trae consigo severas consecuencias para todos los seres vivos del planeta, paradójicamente, origina una oportunidad única en el Ártico: la extracción de recursos estratégicos como el petróleo y gas, además de diversas piedras preciosas como diamantes y oro; y elementos esenciales (principalmente aquellos pertenecientes al grupo del platino) utilizados en la fabricación de gadgets electrónicos. La relación bilateral entre Rusia y la China parece beneficiarse bajo este suceso, debido a que Rusia cuenta con una excelente ubicación en el Ártico, siendo la nación con mayor territorio de este espacio y China puede complementar las ambiciones de Rusia aportando la mano de obra y recursos tecnológicos imprescindibles para la extracción.

Para efectos de este artículo, definiremos al Ártico como una masa gigante de hielo ubicada en el conocido hemisferio norte del planeta Tierra; se trata de una zona geoestratégica con impacto en la seguridad energética y comercial del mundo, pero en específico de China y Rusia. La definición del Ártico puede variar según quién la defina, por ejemplo, mientras Vladímir Putin puntualiza que este espacio es una zona de interés ruso tradicional, ya que concentra todos los aspectos de seguridad nacional: militar, política, económica, tecnológica, medioambiental y de recursos; la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA) define el Ártico como una región inmensa, que ocupa una sexta parte de la superficie terrestre con más de 30 millones de kilómetros cuadrados y hay 24 husos horarios.

En las Relaciones Internacionales, especialmente en su marco de desarrollo teórico se presentan planteamientos de la geopolítica, área y concepto clave de esta disciplina que Rudolf Kjellén definió como “la influencia de los factores geográficos, en la más amplia acepción de la palabra, en el desarrollo político en la vida de los Estados y pueblos”. En relación con esto, Alfred T. Mahan desarrolló la Teoría del poder marítimo en 1890, lo que le valió para convertirse en uno de los más grandes estrategas geopolíticos mundiales y el responsable del éxito en la hegemonía marítima de Estados Unidos.

La superficie del planeta Tierra está conformada en su mayor parte por agua, se estima que un 71% está cubierto por este líquido, mientras que el 20% restante es masa continental. Esto pone de manifiesto que el mar es un medio de transporte y de comunicación vital, además de un gran instrumento geopolítico. Históricamente se ha demostrado que las grandes potencias del pasado (España, Holanda, Francia, Portugal e Inglaterra) desempeñaron un papel determinante en ese medio, y que la geografía influye en el destino de las naciones.

Esta teoría (la del poder marítimo) resulta de gran importancia para comprender la geopolítica del Ártico, si bien es cierto que el poder aéreo tiene una enorme ventaja sobre el poder terrestre y el poder marítimo, las condiciones geográficas del Ártico obligan a que se retome el pensamiento estratégico del mar, son las nuevas rutas marítimas y la manera en cómo se extraen los recursos las condicionantes del transporte. Para Mahan, el adecuado uso de los espacios marítimos se reflejaba al establecer rutas de exploración y colonización de otros pueblos, hoy en día, sería más bien para establecer rutas marítimas y el control de territorios ricos en recursos.

Rusia: la potencia ártica

Cuando usamos el adjetivo ártico en un país, una región o un animal, hacemos referencia a que cualquiera de estos pertenece al Polo Norte o que tiene relación con este espacio con sus territorios. Una vez dicho esto, entendemos que son seis países los que se declaran como ‘naciones árticas’ y reclaman soberanía en dicha región: Rusia, Estados Unidos, Canadá, Dinamarca, Islandia y Noruega. De todas estas naciones es la Federación de Rusia quien abarca la mayor parte de la región ártica debido a su superficie que cubre el este de Europa y toda la región norte de Asia.

Fuente: France 24

Desde tiempos remotos hasta el presente, Rusia sigue teniendo una gran presencia en el Ártico, hecho que justifica el reclamar mayor soberanía sobre este espacio geográfico, pero aún más importante resulta que este lazo histórico de ser una nación circunvecina con la región ya mencionada, le permite desarrollar un pensamiento estratégico bastante completo para desenvolverse con plenitud en el Polo Norte.

Si bien Rusia aún no se ha consolidado como una potencia mundial, su desarrollo en sectores que por su naturaleza son estratégicos le permiten tener una influencia significativa en su región. Cumple con su rol de potencia regional al contar con factores claves: milicia y desarrollo tecnológico, así como científico. Estas características amplían las posibilidades de negociación que le permitan establecerse en zonas geográficas que son estratégicas para su desarrollo y seguridad nacional, con el fin de proyectarse como una potencia regional y mundial.

¿Será que, con la evolución del cambio climático y sus catastróficos efectos sobre el Ártico, se creó una nueva oportunidad para que las potencias euroasiáticas comiencen una lucha por el control mayoritario de esta zona geoestratégica? Eso aún está por verse, pero por lo pronto, lo que sí sabemos es que Rusia ya es una superpotencia, sobre todo ártica, debido a los elementos con los que cuenta, ganándose así, una gran ventaja sobre cualquier otra nación, aún mejor le beneficia su relación estratégica con la República Popular de China.

A causa de su proximidad con el Ártico, Rusia ha tenido bastante tiempo para desarrollar a través de su historia contemporánea, su política ártica, la cual refleja muy bien sus intereses estratégicos en dicha región. Por lo que no cabe duda alguna que un gran acierto que tuvo el gobierno de Vladimir Putin fue prepararse con anticipación y así, poder contar con los medios y estrategias necesarias para llevar la ventaja en el territorio polar del norte. Rusia aún sigue cosechando logros que iniciaron desde la era soviética, dicha política es uno de estos logros.

El inicio de la planeación y desarrollo de la política ártica rusa se remonta al siglo pasado. El intento de invasión por parte de Estados Unidos a Rusia en 1918 bajo la misión conocida como ‘Expedición Oso Polar’ exhibió la gran vulnerabilidad bajo la que se encontraba Rusia ante un ataque que proviniera desde el Polo Norte. Una vez establecida la URSS y bajo la dictadura de Stalin, se diseñó y estableció por decreto una política ártica en 1931, su objetivo no era otro más que iniciar y promover el desarrollo en el norte de Siberia.

La URSS fue una potencia, por lo que contó con los recursos para realizar las investigaciones necesarias para llegar a la conclusión de que en aquella inhóspita región yacían riquezas indispensables para completar la misión de lograr la grandeza en el bloque soviético. Es así como se iniciaron proyectos que costaron bastantes vidas, pese a ello el objetivo era terminar la construcción y desarrollo de canales, caminos y la instalación de algunas bases militares, y conforme se iba logrando se transmitía un sentimiento de grandeza y orgullo nacional.

Asimismo, el ártico como región estratégica en la Guerra Fría, tenía una gran importancia debido a la tensión nuclear que se vivía en aquel entonces y a causa de la cercanía entre ambas potencias en el Norte, el Estrecho de Bering representaba no sólo el límite, sino una pequeña frontera natural en la que cualquier decisión que conllevase la invasión de un país al otro, detonaría el fin del mundo.

A finales del siglo XX y tras la desaparición de la URSS, el 9 de agosto de 1999, Vladimir Putin es asignado como primer ministro en funciones, de esta manera el desarrollo de Rusia cambiaría para ir en ascenso. Siguiendo con la tradición geográfica rusa y demostrando una vez más la importancia del Ártico para Putin, el 14 de junio de 2001, se aprobaron los Principios de la Política de la Federación de Rusia en el Ártico. Tal documento aclara que todas las actividades que practique dicha nación, serán exclusivamente en aras de su defensa y seguridad nacional, convirtiendo éstas actividades en un asunto prioritario.

Después de ocho años, se publicó el documento titulado: “Fundamentos de la política estatal de la Federación Rusa en el Ártico hasta el año 2020 y con una perspectiva ulterior”. Dicha estrategia fue una guía que marcaría la ruta que se debía seguir la nación rusa en el periodo 2009-2020.

En 2013 llegaría la última actualización de la política ártica, esto tras su revisión y posterior aprobación del presidente Putin hacia la Estrategia de Desarrollo del Ártico Ruso y Provisión de Seguridad Nacional. Este no es el más importante por ser el último, sino porque de este documento emanan cambios significativos que permiten entender, por ejemplo, la relación de cooperación estratégica entre Rusia y China.

El establecimiento de esta relación bilateral en el Ártico tiene como objetivo la promoción de las relaciones exteriores que favorezcan al medio ambiente, a los nativos e indígenas de la región ártica y a Rusia que, si bien es una potencia regional, aún no cuenta con la tecnología y recursos necesarios para explorar la región del Polo Norte, con este argumento justifica la necesidad de atraer y sobretodo potenciar las relaciones económicas, tecno-científicas y militares con la República Popular China que puedan favorecer las condiciones necesarias para llevar a cabo el sueño ruso.

Lamentablemente, el derretimiento del ártico es un hecho inevitable y por lo tanto se prevé que sea en el año 2036 cuando la humanidad presencie el último hielo de verano, sin embargo, la carrera por los recursos del Ártico ya ha comenzado; de esta manera, las flotas rompehielos son aquellas herramientas imprescindibles que servirán para la extracción de recursos mientras el hielo del ártico siga persistiendo. No obstante sus limitaciones tecnológicas, Rusia posee una aplastante ventaja sobre cualquier otra nación ártica; cuenta con nada más y nada menos que una flota de cuarenta rompehielos, de los cuales cuatro son rompehielos pesados que operan todo el año en hielo multianual moderado; 31 son medianos y operan todo el año en hielo grueso de primer año y 16 son ligeros y operan únicamente en verano y otoño en hielo de primer año con grosor medio; mientras los Estados Unidos tienen solamente una flota rompehielos, poniéndolo así en una enorme desventaja frente al gigante euroasiático.

China: un país semi ártico

Desde tiempos remotos, la República Popular China ha tenido como objetivo el expandir sus rutas comerciales a otros lugares estratégicos fuera de su zona de influencia natural como lo es el Sureste de Asia.

En primer lugar, es necesario entender que la importancia del tráfico marítimo para China es considerada como una cuestión de Seguridad Nacional, ya que más del 60% de su comercio se moviliza por mar, tomando en cuenta que las commodities más transitadas por medio de sus rutas marítimas (Estrecho de Malaca) son energéticos, en su gran mayoría el petróleo.

Como resultado a la gran preocupación del gobierno chino y siguiendo las enseñanzas del Imperio Qing, el líder del Partido Comunista de China, Xi Jinping, decidió reactivar la conocida Ruta de la Seda, pero con tintes estratégicos y geopolíticos. No solo era la reactivación de la ruta terrestre, sino la misma visión mencionada impulsó el desarrollo de dos Rutas más: la Ruta de la Seda Marítima del Siglo XXI y la Ruta Polar de la Seda. Ambas ramificaciones de la ruta cuentan con tintes geoestratégicos, militares y expansionistas en aras de proyectar una nueva China adecuada a sus necesidades y ambiciones geopolíticas en un contexto que se encuentra en un cambio constante. Además, estas rutas son importantes en el desarrollo del país asiático, sin embargo, en esta ocasión nos centraremos en analizar la Ruta Polar de la Seda.

«China publicó su propia estrategia ártica en enero de 2018. Se declaró a sí misma un estado “cercano al Ártico” y describió un plan económico de Ruta de la Seda Polar». No obstante, el interés chino hacia este pivote estratégico comenzó a ser más notorio a partir de que «la República Popular de China se convirtió en una nación observadora en el Consejo del Ártico en 2013. Su interés en la región del Ártico es claro: acceso a los recursos naturales del Ártico y uso de la Ruta del Norte, que trabajan juntos para mejorar su imagen como una gran potencia. El New York Times informó en mayo de 2019 que China está invirtiendo fuertemente en proyectos en casi todos los países del Ártico» .

Las interpretaciones de los objetivos del actual gobierno de Xi Jinping pueden variar, sin embargo, hay situaciones y características propias de la nación que se deben considerar al momento de analizar el porqué del interés chino hacia otras zonas geoestratégicas. Dos aspectos que son de suma relevancia en este análisis son: en primer lugar, la cuestión económica y comercial, y en segundo lugar es el aspecto de seguridad nacional.

Uno de los grandes intereses de China es la expansión de sus rutas comerciales con el objetivo de tener un mayor poder en el comercio marítimo y un alcance exponencial hacia países vitales con los que tiene una relación económica importante. La expansión de estas rutas surge por la necesidad de la diversificación de estas mismas; en la parte sur, China cuenta con La Ruta de la Seda Marítima del siglo XXI como parte de la estrategia conocida como “OBOR” (One Belt One Road, por sus siglas en inglés).

La mencionada vía tiene orígenes en la costa este de China, pasa a través del Mar del Sur, conectando a las Islas Spratly, Estrecho de Malaca para poder tener acceso a toda la zona Indo-pacífica, lo cual le permite desplegarse hacia los mercados de Asia Occidental y África que son exportadores por excelencia de recursos naturales que China necesita para su desarrollo nacional, militar y económico.

Sin embargo, esta ruta sureña también conlleva un riesgo del cual los estrategas que son parte del gobierno chino consideran, el hecho de que el 80% del petróleo importado por Beijing pase por el Océano Índico y el Estrecho de Malaca, significa una amenaza de seguridad nacional debido a la volatilidad de los conflictos en esa zona, así como la presencia de potencias europeas, pero aún más de dos de los rivales más importantes para China: Estados Unidos e India. Estos actores representan una amenaza para la RPCh debido a las disputas territoriales y geopolíticas sobre el control del Estrecho de Malaca.

En este sentido, uno de los propósitos que influyeron en la creación de la Ruta Polar de la Seda fue la seguridad de abastecimiento de energéticos esenciales para China, así como la expansión de sus rutas alternativas con una perspectiva a futuro que tiene como resultado el planteamiento de un escenario que sin duda alguna China temería de su existencia: si es que en algún momento los conflictos dentro del Sureste de Asia empeoran y sus rivales indios y estadounidenses deciden bloquear el Estrecho de Malaca, China se encontraría encerrado dentro de su misma región, deteniendo su crecimiento económico.

Tomando en cuenta esta situación hipotética, China mantiene sus medidas de prevención al acrecentar sus reservas de petróleo estratégicas y comerciales gracias a su visión a largo plazo con el fin de cuidar y mantener su status quo como una potencia mundial emergente.

Por lo tanto, la Ruta de la Seda del Ártico es considerada una estrategia que ayuda a diversificar sus vías energéticas y comerciales con dos propósitos: el primero, mantener una seguridad energética la cual no se encuentre en riesgo de colapso en caso de que exista algún enfrentamiento de naturaleza bélica, y el segundo, expandir la ideología china por medio de la diplomacia y cooperación internacional.

Las tres rutas de la Iniciativa de la Franja y la Ruta.

En este sentido, China se caracteriza por ejercer una diplomacia de cooperación sur-sur al momento de ejecutar su política exterior con relación a países de su interés, y los países del ártico no han sido la excepción, un ejemplo de ello es la oferta que le hizo a Dinamarca para establecer una estación para investigación en Groenlandia, así como la renovación de sus aeropuertos, aunado a ello le ofertó la posibilidad de expandir la exploración de minerales. No obstante, y como era de esperase, EE. UU. respaldó a Dinamarca para rechazar aquella oferta a cambio de los mismos beneficios ofrecidos, pero por parte de la nación estadounidense.

A pesar de la negativa danesa, China no se detuvo en seguir buscando aliados estratégicos dentro de Europa a sabiendas de que en el año 2019 la Unión Europea declaró de manera formal a Beijing como un “rival estratégico”, pero los objetivos del país asiático miraron con mayor interés a la Europa Central y Oriental, aquellos países que en su momento fueron miembros de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.

No obstante, China busca aún más apoyo legítimo de naciones pertenecientes al Ártico, por ello uno de sus aliados más importantes es Rusia, siendo este mismo el país más grande del mundo, conectando Europa y Asia, lo cual le da una ubicación estratégica al tener salida a los océanos Pacífico y Ártico.

La relevancia de las relaciones sino-rusas pueden ser analizadas desde diferentes perspectivas, sin embargo, en lo que radica el presente análisis es el poder territorial, militar y económico que ambas naciones crean en su totalidad. La cooperación entre estas mismas sugiere una creación exponencial de oportunidades de colaboración en el sector de seguridad regional e internacional vis-á-vis con Estados Unidos de América.

Conclusiones

A lo largo de la historia mundial, los pueblos, civilizaciones y después el Estado moderno tomaron en cuenta un aspecto importante para el desarrollo de su política exterior e internacional: la geografía. Dicho elemento contiene una extensa variedad de aristas para su análisis con relación a los Estados: va desde la extensión territorial, la cercanía al mar, colindancia con otros Estados hasta estar lejano de estos contextos geográficos que son herramientas para el desarrollo de estos mismos.

En los años actuales la presencia de China y Rusia alrededor del mundo se ha fortalecido gracias al emprendimiento de estrategias diplomáticas para asegurar un acercamiento hacia aquellos países que tengan similitudes con ambos.

Si bien es cierto, estos dos Estados tienen intereses nacionales en particular, son conscientes que en el mundo actual donde predominan las relaciones interdependientes es necesario tener aliados que complementen sus acciones para llegar a un fin en común que sea beneficioso para ambos.

En este sentido, las características positivas de cada uno de estas naciones como lo son el aspecto económico, militar, territorial, diplomático y político son puntos a favor para que en conjunto desarrollen una política exterior. Por consiguiente, el tema geopolítico del Ártico encuentra un sentido estratégico tanto para China como para Rusia por las características geográficas y los recursos naturales que esta masa contiene, las cuales son de gran beneficio para el desarrollo nacional sino-ruso para efecto de una preponderancia mundial.

El hecho de que existan intereses sobre esta zona, les adjudica ventaja a ambos, por un lado, Rusia es una nación ártica por naturaleza lo cual le da un estatus privilegiado dentro de las tomas de decisiones dentro de esta zona ya que debido a la cercanía le concierne salvaguardar sus intereses dentro de estos límites. Por el lado contrario, China es una nación semi-ártica, no comparte cercanía territorial alguna con este lado polar, sin embargo, los intereses y la proactividad de la nación de Xi Jinping en el Ártico le abrieron un espacio para formar parte del Consejo del Ártico y tener poder de emitir opiniones que tienen un efecto en este espacio.

Es necesario recordar que una de las características que hacen al Ártico un espacio vital para el mundo y más que nada para los países ya mencionados es que de acuerdo con la US Geological Survey, el Ártico posee alrededor de 90 billones de barriles de petróleo no descubiertos, lo que en una cantidad porcentual representa el 13% del oro negro global, así como el 30% del gas natural mundial aun no descubierto.

Pareciera ser que la seguridad energética y los recursos que la mantienen se convirtieron en una de las mayores preocupaciones mundiales, así mismo los territorios que las poseen son un blanco definido para aquellas potencias que tienen intereses en dichos recursos, sin embargo, la tecnología juega un papel importante al momento de hacerse de estos, de esta manera la presencia China en el Ártico se justifica al ser uno de los países asiáticos que cuenta con alta tecnología para obtener los recursos mencionados, respaldado por Rusia, la nación ártica por excelencia. Dicho esto, la apropiación sino-rusa sobre el Ártico puede llegar a ser la gran ejecución estratégica del siglo XXI.

Fuentes

    [1] Domínguez, R. (2020). »Fareed Zakaria: realista neoclásico». En: Los clásicos de las Relaciones Internacionales: ideas y conceptos para la construcción teórica de la disciplina. México, Asociación Mexicana de Estudios Internacionales (AMEI), pp. 254-258.

    [2] Según señalan los expertos consultados por la agencia de noticias rusa, Sputnik Mundo: “aunque las relaciones bilaterales entre la RPCh y Rusia y su desarrollo en todos los aspectos han alcanzado el nivel más alto, ambos países no son aliados.”

    Aizen M. (2014). Con el frío en el alma: la política de Rusia en el Ártico, de Nueva Sociedad. Recuperado de: https://nuso.org/articulo/con-el-frio-en-el-alma-la-politica-de-rusia-en-el-artico/

    Machinder, H. (1962). The Geographical Pivot of History. New York: Norton an Company.

    Miam, M. (2019). Ártico: la batalla por el gran norte. (1.ª ed). Madrid: Ariel.

    Olcott, M. (1998). »The Caspian’s False Promise». Foreign Policy, 20.

    Pensado, N. (2019). »Rusia en la nueva geopolítica del Ártico». Revista Mexicana de Política Exterior, núm. 15. pp. 08-13.

    Shea, N. (2019). »La nueva guerra fría». National Geographic en Español, pp. 26-55.


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