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Análisis

Michel Cano

Violencia y armas: la herencia de las guerras civiles centroamericanas

- Las armas diseminadas durante las guerras civiles centroamericanas, aún permanecen la región.

Violencia y armas: la herencia de las guerras civiles centroamericanas

Centroamérica fue también terreno de combate durante la Guerra Fría. Las estimaciones de muertos por las guerras civiles en la región rondan los 300,000, y entre 1.8 y 2.8 millones de refugiados.[1] Los conflictos armados en El Salvador, Guatemala y Nicaragua adquirieron dimensiones internacionales. En medio de la confrontación mundial bipolar, Estados Unidos intervino directamente con apoyo financiero y logístico para la clase gobernante en Guatemala y El Salvador compuesta por poderosos oligarcas agroexportadores apoyados por el ejército; y a la Contra en Nicaragua, un grupo paramilitar que estaba conformado, principalmente, por antiguos miembros de la Guardia Nacional de Anastasio Somoza Debayle a quien el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) derrocó en 1979.

Cuba, por su parte, brindó soporte a las guerrillas combatientes en Guatemala y El Salvador: La Unión Revolucionaria Nacional de Guatemala (URNG) y el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN). Desde la isla, el régimen revolucionario de Fidel Castro apoyó logísticamente —con médicos, medicinas, aparatos de comunicación, vehículos, tácticas militares, entrenamiento y armamento— para combatir en las guerras civiles contra los ejércitos.

El Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional. Fuente: Radio Santa Fe.

Vanni Pettinà considera que “las tensiones sociales y políticas internas en los países centroamericanos fueron potenciadas por las sistemáticas injerencias externas que la Guerra Fría propició en la región”.[2] En Guatemala, por ejemplo, los ingresos de los agroexportadores eran entre 20 y 100 veces superiores a los de trabajadores agrícolas, en Nicaragua entre 10 y 50, y en El Salvador entre 3 y 100 veces. La distribución desigual de las tierras cataliza estas fracturas. En Guatemala, 2.1 % de los productores agrícolas controlaban 72% de las tierras cultivables, en Nicaragua el 22% disponía de 85% y en El Salvador 2% tenía el poder sobre 57.5% de las tierras. Los grupos oligárquicos ostentaban un gran poder debido a la exportación de café, bananas, algodón, carnes de res y azúcar, productos altamente demandados en el mercado mundial y Estados Unidos.[3]

Para Fabrice Lehoucq las dictaduras militares en El Salvador y Guatemala funcionaban para promover los intereses de los grandes productores de café y bananas. El origen de estas alianzas data del siglo XXI cuando los dictadores liberales se aliaron con los exportadores de café para financiar sus esfuerzos por vencer a los caudillos conservadores. Esta asociación solidificó los regímenes militares en la región. Únicamente promoviendo las exportaciones, los dictadores podrían recaudar los impuestos necesarios para construir las fuerzas para defenderse del derrocamiento.[4]

En la interpretación más radical de la Guerra Fría, durante la estancia de Henry Kissinger como Secretario de Estado, Estados Unidos apoyó feroces regímenes dictatoriales en Sudamérica y Centroamérica que violaron sistemáticamente los derechos humanos. Desde los aparatos estatales, hubo una intensa persecución contra grupos de izquierda, estudiantes, periodistas, artistas, profesores, religiosos y cualquier grupo que el Estado consideraba una amenaza a la seguridad nacional por simpatizar con la Unión Soviética, Cuba o la ideología del marxismo-leninismo. Miles de personas fueron asesinadas o desaparecidas.[5]

Agusto Pinochet y Henry Kissinger. Fuente: Infobae.

Pettinà considera que la política exterior de distensión, del presidente Jimmy Carter en el marco de la Guerra Fría y en el hemisferio americano fue fundamental para, en primer lugar, la organización guerrillera y en el caso de Nicaragua, el éxito de la revolución sandinista. Carter quiso alejarse de la política exterior hacia América Latina formulada por los expresidentes Nixon, Ford y el Secretario de Estado Henry Kissinger. El punto de esta estrategia fue el respeto a los derechos humanos.[6]

Bajo la estrategia de Carter, se redujo el financiamiento a las dictaduras sudamericanas condicionando a que respetaran los derechos humanos. También, por medio de sus diplomáticos y embajadores, ejerció presiones para que bajaran la represión indiscriminada y abrió oficinas de derechos humanos en las sedes diplomáticas. Esta política de no injerencia y derechos limitó su accionar en Centroamérica cuando a finales de los años 70 las guerrillas se agruparon e intensificaron la lucha armada.[7]

La política de Carter no gustaba a los sectores conservadores estadounidense quienes pedían mayor firmeza en su accionar. La victoria sandinista en Nicaragua, la crisis de los rehenes en Teherán y la invasión de la Afganistán por la Unión Soviética, fueron vistos en la opinión pública estadounidense como grandes fracasos en la política exterior. En este contexto, Ronald Reagan, un ex actor de Hollywood, lanzó su campaña para la presidencia apoyado de los sectores conservadores, criticando la política exterior de Carter.

Como presidente, Ronald Reagan abandonó la distensión como eje de la política exterior y volvió a una interpretación radical de la Guerra Fría en su confrontación con la Unión Soviética. Bajo esta nueva doctrina, Reagan incrementó sustancialmente su apoyo a los feroces regímenes militares de El Salvador y Guatemala. Por ejemplo, en El Salvador, durante 1980, año en el cual Carter seguía gobernando, la ayuda militar fue de 5.9 millones de dólares. Para 1984, ya durante la administración Reagan, la ayuda constó de 196.6 millones de dólares.[8]

En el caso de Nicaragua, con apoyo de la Agencia Central de Inteligencia (CIA por sus siglas en inglés), el gobierno de Ronald Reagan impulsó la creación y financiación de un grupo paramilitar que intentara derrocar el gobierno sandinista en Nicaragua. La Contra estableció su base de operaciones en Honduras. La base militar de Palmerola, en Comayagua, ubicada a menos de 100 kilómetros de la capital Tegucigalpa, sirvió para recibir aviones de carga con armamento.[9] Sin embargo, Reagan encontró una fuerte oposición en el Congreso de los Estados Unidos para financiar al grupo paramilitar. Esto no impidió sus objetivos y mediante una operación ilegal, Estados Unidos vendió armas a Irán — acción prohibida por el Congreso— para obtener financiamiento para la Contra.[10]

La Contra Nicaragüense. Fuente: Wikipedia.

Violencia contemporánea en Centroamérica

Regina Anne-Bateson argumenta que la guerra civil produjo un orden relacionado con la capacidad de los civiles por proporcionarse su propia seguridad después de la guerra, específicamente en aquellas localidades donde se llevaron a cabo asesinatos en masa u ocurrieron grandes combates.[11] Sin embargo, a tres décadas de haber finalizado las guerras civiles, aún prevalecen las dinámicas violentas. Específicamente el Triángulo Norte de Centroamérica, la violencia contemporánea obedece más a una relación con los actores de mercados ilegales (crimen organizado) que a una lucha política-militar entre insurgentes y el Estado.

En datos de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNOCD por sus siglas en inglés), durante el año 2018 la región de Centroamérica tuvo la tasa de homicidios más elevada del mundo con 28.1 por cada cien mil habitantes (pccmh). En esta cifra destacan El Salvador, Honduras y Guatemala con 52, 38.9 y 22.5 pccmh, respectivamente. Nicaragua, quien vivió un violento proceso de guerra civil, Costa Rica y Panamá son una clara excepción a estas dinámicas contemporáneas de violencia extrema ya que, durante el mismo año, sus tasas de homicidios fueron de 7.2, 11.3 y 9.4 pccmh respectivamente.[12]

Homicidio en San Pedro Sula, Honduras. Fuente: Fundación 10.

Debido a su ubicación geográfica, entre la producción de cocaína en Sudamérica y su alta demanda en Estados Unidos, Centroamérica es del interés para las actividades de los grupos criminales. El mercado global de la cocaína es muy atractivo para el crimen organizado y otros actores que buscan elevadas ganancias asumiendo un alto riesgo. Debido a su elasticidad y la disminución de precios en el mercado, el control de las rutas y ventas se vuelve fundamental para obtener ganancias de alto nivel.[13] En la región operan diversos grupos criminales dedicados al control territorial y el tráfico de drogas. Entre estos se encuentran poderosos cárteles mexicanos como “Los Zetas” y el “Cártel de Sinaloa” quienes tienen alianzas con grupos locales como “Los Cachiros” en Honduras[14]; “los Lorenzana”, “los Mendoza”, “los Chamale” en Guatemala; y “los Perrones” en El Salvador.[15]

Los grupos criminales en Centroamérica compiten por enclaves territoriales subnacionales en busca de ganancias económicas. Estos no buscan derrocar al Estado. Cuando un grupo criminal logra monopolizar el control de los enclaves, los niveles de violencia son bajos; sin embargo, cuando compite con otros grupos de crimen organizado o el Estado, será más probable que desplieguen la violencia para afirmar su hegemonía, defender y expandir su control local.[16] El departamento de Petén en Guatemala[17]; y los departamentos de Gracias a Dios, Copán y Colón en Honduras presentan elevados niveles de violencia relacionados con la competencia territorial por parte de grupos criminales dedicados al tráfico de drogas.[18]

Avioneta interceptada, cargada con cocaína, en Gracias a Dios, Honduras. Fuente: Noticiero Today.

Las pandillas centroamericanas son actores violentos en la región. Estas tienen su origen en Los Ángeles, Estados Unidos. A principios de los años 90, el gobierno norteamericano decidió llevar a cabo una campaña masiva de deportación, centrándose en aquellos que tenían antecedentes penales. Los deportados, afiliados a las pandillas en Estados Unidos, encontraron en Centroamérica un ambiente de marginación, exclusión social y falta de oportunidades.[19] Las pandillas urbanas buscan controlar territorios donde establecer formas ilícitas de extracción. Estas se involucran a escala local en venta de drogas y extorsión.[20]

Las pandillas también se involucran en asesinatos, secuestros, asaltos y robos. Buscan extraer rentas, ejecutar justicia, ejercer violencia y, en algunas ocasiones, proveer seguridad. La violencia es una parte de su cultura y práctica. Las pandillas usan la violencia para defender sus territorios y expandirse. Controlar espacios públicos —las rutas de autobús, intersecciones con tráfico, calles sin iluminación son potencialmente lucrativos—.[21] Las principales pandillas de Centroamérica son “Calle 18” y la “Mara Salvatrucha”. Las ciudades centroamericanas, como Tegucigalpa, San Pedro Sula, La Ceiba, San Salvador y Ciudad de Guatemala, son refugios de las pandillas.

Unidad Anti Pandillas de El Salvador. Fuente: El Heraldo.

A principios de los años 2000, El Salvador y Honduras lanzaron unas campañas de combate frontal a las pandillas conocidas como “Mano Dura”. Estas políticas constan de un aumento a las penas por los crímenes, incremento en la presencia de la fuerza pública, uso del ejército y graves violaciones a los derechos humanos. Estas políticas tuvieron un efecto contraproducente ya que la persecución logró que las pandillas se profesionalizaran, fueran más cautelosas en sus procesos de selección e introdujeran ritos violentos de iniciación como asesinar a un miembro de la pandilla rival.[22]

Armas en Centroamérica

En Centroamérica, el 77% de los homicidios se cometen con arma de fuego. Durante las guerras civiles en Guatemala, El Salvador y Nicaragua se importaron y diseminaron una gran cantidad de armas. Tras el fin de las guerras civiles y la desmovilización de los combatientes se intentó recolectar las armas. En El Salvador se estima que alrededor de 360,000 armas no fueron entregadas al final de la guerra y muchos de esos depósitos fueron trasladados a países vecinos. En Guatemala solo 1,824 armas de fuego fueron entregadas. En Nicaragua, sólo 17,000 armas a pesar de que fueron desmovilizados unos 91,000 combatientes. Nicaragua destruyó 100,000 armas, pero muchas permanecen en la región.[23]

Se estima que 2,2 millones de armas de fuego fueron registradas en Centroamérica, de las cuales 870,000 están registradas por las fuerzas de seguridad y 1,4 millones por civiles. Se estima también que existen 2,8 millones de armas de fuego no registradas. Existen armas de fuego para armar a uno de cada tres hombres en la región.[24] Según UNOCD, existen dos clases de flujo establecidos: movimientos de armas dentro de los países y movimiento de armas desde Centroamérica hacia otros países como Colombia o México. Los arsenales en Honduras, El Salvador y Guatemala han sido identificados como las mayores fuentes de armas de fuego ilegales en la región. Nicaragua y Panamá también son muy importantes en este comercio.[25]

Armas incautadas en Costa Rica. Fuente: Interpol.

A pesar de que Nicaragua tiene el programa de destrucción de armas más exitoso de la región y sus cifras de homicidio por arma de fuego están por debajo de los estándares regionales. Nicaragua es también origen y destino de envío de armas ilícitas.[26] En un reportaje hecho por El Universal de México, un traficante de armas cuenta que el origen del tráfico de armas proveniente de Centroamérica es Nicaragua. Las armas llevan la ruta por las fronteras México-Guatemala y México-Belice. A partir de ahí, camiones de pasajeros llevan ocultas las armas con destino a diversas bodegas ubicadas en el barrio de Tepito en la Ciudad de México.[27]

Según UNOCD, un 36% de las armas traficadas a Colombia tienen su origen en Nicaragua y Panamá. También en México, la mitad del armamento militar tiene su origen en Centroamérica. Muchas de las granadas de mano utilizadas por organizaciones de crimen organizado mexicanas provienen de arsenales militares guatemaltecos. La provincia de San Marcos, en la costa guatemalteca del pacífico, es un punto importante para el tráfico de armas provenientes de Panamá con dirección a México. Armas pesadas recuperadas en México han sido rastreadas hasta las ventas estadounidenses al ejército hondureño.[28]

Los precios de las armas de fuego ilícitas varían, pero tienden a ser excesivamente bajos, esto sugiere un mercado saturado. Un AK-47 puede adquirirse entre 200 y 400 dólares. Con 2,8 millones de armas ilícitas, esto sugiere que la suma del valor de todas las armas ilegales no excedería los 500 millones de dólares. En Centroamérica fueron incautadas cerca de 16,000 armas de fuego en 2010, de las que aproximadamente el 80% fueron pistolas. El problema radica en la filtración. La fuga de armas de uso militar y policial al uso ilícito debido al excedente. Varios países de la región manejan varios excedentes del legado de la disminución de los ejércitos durante el proceso de paz.[29]

El Ejercito Salvadoreño abandonando sus armas durante la desmovilización tras la guerra civil. Fuente: elsalvador.com.

Conclusiones

Durante las guerras civiles Centroamericanas, Cuba y Estados Unidos se involucraron activamente en el conflicto financiado a los grupos combatientes. Miles de armas circularon con destino a los países en conflicto. Esas armas aún permanecen en la región y representan una grave amenaza a la gobernanza regional. Centroamérica es la región más violenta del mundo y la mayoría de los homicidios se cometen con armas de fuego. El excedente de armas provoca filtraciones y se estima que existen 2,8 millones de armas no registradas circulando en la región. En Colombia y México existe una alta demanda de armas ilegales por parte de grupos criminales que operan en esos países. Desde Centroamérica, los traficantes les proveen de armas. La discusión sobre la violencia en Centroamérica debe comenzar desde sus catalizadores: en este caso, la disponibilidad de armas de fuego.

Fuentes

    [1] Lehoucq, Fabrice, The Politics of Modern Central America, New York, Cambridge University Press, 2012, pp. 30.

    [2] Pettinà, Vanni, Historia Mínima de la Guerra Fría en América Latina, México, El Colegio de México, 2018, pp. 184.

    [3] Ibid, pp. 183.

    [4] Lehoucq, Fabrice, Op. Cit., pp. 19.

    [5] McSherry, Patrice, Predatory States: Operation condor and covert war in Latin America, Maryland, Rowman & Littlefield Publishers, 2005, pp. 107-138.

    [6] Pettinà, Vanni, Op. Cit., pp. 185-188.

    [7] Loc. Cit.

    [8] Pettinà, Vanni, Op. Cit, pp. 221.

    [9] Silva, Fernando, “Palmerola, el centro logístico del olvido”, Contra Corriente, https://contracorriente.red/2019/10/25/palmerola-el-centro-logistico-del-olvido/, consultado el 26 de agosto de 2020.

    [10] BBC Mundo, “Reagan, Latinoamérica y la Guerra Fría”, 7 de junio de 2004, http://news.bbc.co.uk/hi/spanish/international/newsid_3784000/3784325.stm, consultado el 26 de agosto de 2020.

    [11] Anne-Bateson, Regina, Order and Violence in Postwar Guatemala, tesis, New York, Yale University, 2013, pp. 286.

    [12] United Nations Office of Drug and Crime (UNOCD), “Victims of intentional homicide, 1990-2018”, https://dataunodc.un.org/content/data/homicide/homicide-rate, consultado el 26 de agosto de 2020.

    [13] Ibid., pp. 76.

    [14] Insight Crime, “Los Cachiros”, Insight Crime, 7 de abril de 2017, https://es.insightcrime.org/honduras-crimen-organizado/cachiros-perfil/, consultado el 26 de agosto de 2020.

    [15] UNOCD, Transnational Organized Crime in Central America and the Caribbean: A Threat Assessment, Vienna, UNOCD, 2012,pp. 23-25.

    [16] Yashar, Deborah, Homicidal Ecologies: Illicit Economies and Complicit States in Latin America, Cambridge, University Press, 2018, pp. 73.

    [17] Dudley, Steven, “Homicidios en Guatemala: Análisis de los datos”, Insight Crime, 10 de abril de 2017, https://es.insightcrime.org/investigaciones/homicidios-guatemala-analisis-datos/, consultado el 26 de agosto de 2020.

    [18]Korthuis, Aaron, “The Central America Regional Security Initiative in Honduras”, Wilson Center, 2014, https://www.wilsoncenter.org/publication/the-central-america-regional-security-initiative-honduras, consultado el 26 de agosto de 2020.

    [19] Yashar, Deborah, Op. Cit. pp. 94.

    [20] Ibid, pp. 74.

    [21] Yashar, Deborah, Op. Cit., pp. 90-98.

    [22] Wolf, Sonja, “Mara Salvatrucha: The Most Dangerous Street Gang in the Americas”, Latin American Politics and Society, 54(2012), pp. 65-99.

    [23] UNOCD, Op. Cit., 2012, pp. 59-60.

    [24] Ibid, pp. 83.

    [25] UNOCD, Op. Cit., 2012, pp. 61-62.

    [26] Ibid, pp. 61-62.

    [27] El Universal, “Pais de armas: la ruta Centroamérica-Tepito”, El Universal, 17 de noviembre de 2019, https://www.eluniversal.com.mx/estados/de-centroamerica-tepito-la-ruta-del-trafico-de-armas, consultado el 29 de agosto de 2019.

    [28] UNOCD, Op. Cit., 2012, pp. 62.

    [29] Loc. Cit.


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