Enciclopedia
Marco Olivera
¿Qué es la Doctrina Truman?
- La Doctrina Truman fue una política de contención de los Estados Unidos. Brindó apoyo económico y militar para contener la expansión del comunismo.
La Doctrina Truman es una política de contención del presidente Truman, inspirada por George Kennan, en la que se establecía que los Estados Unidos deben brindar apoyo económico y militar a los países del mundo que lo requieran para contener la expansión del comunismo o las fuerzas soviéticas. Expresada por primera vez en su discurso ante el Congreso el 12 de marzo de 1947, en el que pidió ayuda militar y económica para Grecia y Turquía.
La Doctrina Truman, articulada por primera vez en 1947, se basó en una miríada de factores, entre ellos: la Guerra Fría y la amenaza del totalitarismo comunista soviético, la agitación geopolítica de la Segunda Guerra Mundial, la economía, el declive del Reino Unido como gran potencia y el surgimiento de Estados Unidos como un nuevo tipo de superpotencia.
Para Harry Truman, el presidente que entendió estos temas, Estados Unidos era el único Estado al final de la Segunda Guerra Mundial y al comienzo de la Guerra Fría con el poder, la capacidad y la determinación para forjar una nueva y necesaria política exterior. Esta política tendría que proteger la seguridad nacional de Estados Unidos y sus aliados, defender los gobiernos democráticos liberales existentes y potenciales, contener el totalitarismo comunista y brindar las mejores perspectivas a largo plazo para una paz mundial duradera.
Origen y contexto de la Doctrina Truman
A fines de 1945 y principios de 1946, ya había surgido preocupación por las actitudes y acciones soviéticas en Europa, Irán y Turquía. En respuesta a una solicitud del Departamento de Estado, en febrero de 1946, George Kennan (1904–2005), el encargado de la embajada estadounidense en Moscú, envió un telegrama que ofrecía una explicación de las acciones soviéticas. Rápidamente apodado el “Telegrama Largo”, su análisis y recomendaciones, junto con una versión que Kennan publicó en la revista Foreign Affairs bajo el seudónimo de Mr. X, se convirtieron en la base de la política de contención que de una forma u otra guió las acciones de Estados Unidos hacia la Unión Soviética hasta el final de la Guerra Fría.
Kennan señaló que la respuesta al avance soviético era una contención a largo plazo, paciente pero firme y vigilante. Creía que la Unión Soviética sería paciente, avanzando lentamente en una multitud de avances geopolíticos e ideológicos. La respuesta yacía en que Estados Unidos los contuviera e inhibiera su capacidad para hacerlo.
Un año después de que Kennan envió su respuesta a Washington, el 19 de febrero de 1947, el Secretario de Asuntos Exteriores británico, Ernest Bevin, dio instrucciones al embajador británico en Estados Unidos, Lord Inverchapel, de que se pusiera en contacto con el Departamento de Estado, pues debían hacerle llegar una comunicación de gran importancia.
Se trataban de dos notas que llegaron a Estados Unidos en las que informaban que el gobierno británico, que había estado brindando ayuda económica y militar a Grecia y Turquía, ya no podía permitirse asistir de esa forma a ambos países.
El apoyo del Reino Unido a los griegos tendría que terminar el 1 de abril de ese año. También, se describía el rápido deterioro del estado de la economía y la seguridad de Grecia.
Además, informaban que los británicos ya no podían continuar su asistencia a Turquía, que luchaba contra insurgencias comunistas y que mantenía un gran ejército que exigía la presión soviética, y que los turcos serían incapaces de manejar la financiación tanto de la modernización de su ejército como del desarrollo económico del país. El gobierno británico esperaba que Estados Unidos pudiera hacerse cargo de esta responsabilidad en ambos países.
¿Qué pasaba con la economía británica? En la primavera de 1947, el Reino Unido enfrentó una grave crisis financiera, paralizando sus responsabilidades globales y deteriorando la balanza de pagos. El país no podía producir lo suficiente para su propio consumo o para la exportación, y estuvo obligado a depender de las importaciones en dólares mientras subían los precios estadounidenses.
Por si no fuera suficiente con lo anterior, el clima extremo durante enero y febrero, el peor desde finales del siglo XIX, paralizó el país. La electricidad para la industria se cortó por completo el 10 de febrero, el suministro doméstico se restringió severamente y se redujeron los servicios de transporte.
Ahora bien, Loy Henderson, Director de la Oficina de Cercano Oriente y Asuntos Africanos del Departamento de Estado expresó su opinión al presidente Truman de que si los británicos retiraban sus tropas de Grecia y los Estados Unidos no intervenían, los guerrilleros comunistas griegos apoyados por Bulgaria y Yugoslavia seguramente obtendrían el control de Grecia. Si esto sucediera, el mundo libre perdería el Mediterráneo oriental y el Cercano Oriente ante los comunistas.
Mientras que Turquía, con un gobierno débil, pero siendo el único país de la zona con un ejército lo suficientemente fuerte -500 mil soldados- como para hacer dudar a los rusos, se encontraba en una posición insostenible. La Unión Soviética realizaba reclamos sobre las regiones fronterizas de Kars y Ardahan, además de que demandaba un nuevo régimen que gobernara los Estrechos (Bósforo y Dardanelos), exigiendo así una revisión al Tratado de Montreux.
En este tenso ambiente internacional, el 12 de marzo de 1947, el presidente de los Estados Unidos, Harry S. Truman, emitió lo que se conocería como la Doctrina Truman y que sería, precisamente, una manifestación de la Teoría de la Contención de Kennan: una promesa de que los Estados Unidos harían lo que fuera necesario tanto económica como militarmente para contener la expansión del comunismo en todo el mundo.
De esta forma, Estados Unidos señaló que su papel en el escenario mundial no concluiría después de la Segunda Guerra Mundial, poniendo fin a un siglo y medio de política exterior aislacionista y redefiniendo así los lineamientos de la misma. Para Estados Unidos, el aislacionismo ya no era una opción.
La Doctrina Truman posicionó a los Estados Unidos como el defensor de un mundo libre frente a la agresión soviética y proporcionó una base para el activismo del país norteamericano durante la Guerra Fría.
En el discurso del presidente Truman pidió un paquete de ayuda de alrededor de 400 millones de dólares a Grecia y Turquía.
La Doctrina Truman está basada en la política de contención de George Kennan. Foto: Eric Schwab
Plan Marshall y OTAN
Una vez que el Congreso aceptó la decisión crucial de política exterior de que Estados Unidos acudiría en ayuda de Grecia y Turquía para evitar que sucumbieran a las presiones soviéticas, el Departamento de Estado pasó a continuación al problema igualmente urgente de ayudar a Europa a establecer un programa para su rehabilitación económica y, a la misma vez, promover la política de contención de la Doctrina Truman.
Los comentarios del secretario George Marshall en Harvard el 5 de junio de 1947, describiendo esta urgencia, condujeron al programa de ayuda económica mucho más vasto conocido como el Plan Marshall.
El Programa de Recuperación Económica aprobado el 3 de abril de 1948 proporcionó ayuda económica a Grecia y Turquía, así como a Europa Occidental. Así, la Doctrina Truman, aunque no menos memorable o importante, quedó algo eclipsada por el Plan Marshall.
Mientras se iniciaba el Programa de Recuperación Económica, la crisis de Berlín, derivada del bloqueo de Berlín Occidental por parte de los rusos, dejó claro que los peligros de agresión soviética no disminuían. De esta crisis, o al menos en parte como resultado de ella, salieron el Tratado del Atlántico Norte firmado en Washington el 4 de abril de 1949 y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
El acuerdo de la OTAN formalizó el pacto multinacional que se construyó sobre la base de la política exterior estadounidense creada por la Doctrina Truman, que implicaba el apoyo estadounidense a las naciones amenazadas por el comunismo soviético. Despojándose de su larga tradición de aislacionismo, Estados Unidos vinculó formalmente su seguridad y protección a la de Europa por primera vez.
Finalmente, Turquía y Grecia se adhirieron al acuerdo el 18 de febrero de 1952.
Texto íntegro del discurso del presidente Harry Truman del 12 de marzo de 1947
*La gravedad de la situación que enfrenta el mundo hoy requiere mi comparecencia ante una sesión conjunta del Congreso. La política exterior y la seguridad nacional de este país están involucradas.
Un aspecto de la situación actual, que deseo presentarles en este momento para su consideración y decisión, se refiere a Grecia y Turquía.
Estados Unidos ha recibido del Gobierno griego un llamamiento urgente de asistencia financiera y económica. Los informes preliminares de la Misión Económica Estadounidense ahora en Grecia y los informes del Embajador estadounidense en Grecia corroboran la declaración del Gobierno griego de que la asistencia es imperativa para que Grecia sobreviva como nación libre.
No creo que el pueblo estadounidense y el Congreso deseen hacer oídos sordos al llamamiento del Gobierno griego.
Grecia no es un país rico. La falta de suficientes recursos naturales siempre ha obligado al pueblo griego a trabajar duro para llegar a fin de mes. Desde 1940, este país laborioso y amante de la paz ha sufrido invasiones, cuatro años de cruel ocupación enemiga y amargas luchas internas.
Cuando las fuerzas de liberación entraron en Grecia, descubrieron que los alemanes en retirada habían destruido prácticamente todos los ferrocarriles, carreteras, instalaciones portuarias, comunicaciones y la marina mercante. Más de mil aldeas habían sido quemadas. El ochenta y cinco por ciento de los niños eran tuberculosos. El ganado, las aves de corral y los animales de tiro casi habían desaparecido. La inflación había acabado con prácticamente todos los ahorros.
Como resultado de estas trágicas condiciones, una minoría militante, explotando el deseo y la miseria humana, pudo crear un caos político que, hasta ahora, ha hecho imposible la recuperación económica.
Grecia se encuentra hoy sin fondos para financiar la importación de aquellos bienes que son esenciales para la mera subsistencia. En estas circunstancias, el pueblo de Grecia no puede avanzar en la solución de sus problemas de reconstrucción. Grecia necesita desesperadamente asistencia financiera y económica que le permita reanudar las compras de alimentos, ropa, combustible y semillas. Estos son indispensables para la subsistencia de su gente y sólo pueden obtenerse en el extranjero. Grecia debe recibir ayuda para importar los bienes necesarios para restablecer el orden y la seguridad internos, tan esenciales para la recuperación económica y política.
El gobierno griego también ha solicitado la asistencia de administradores, economistas y técnicos estadounidenses experimentados para garantizar que la ayuda financiera y de otro tipo que se le brinde a Grecia se utilice de manera efectiva para crear una economía estable y autosuficiente y para mejorar su administración pública.
La existencia misma del estado griego está hoy amenazada por las actividades terroristas de varios miles de hombres armados, dirigidos por comunistas, que desafían la autoridad del gobierno en varios puntos, particularmente a lo largo de las fronteras del norte. Una comisión nombrada por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas está investigando actualmente las condiciones perturbadas en el norte de Grecia y las supuestas violaciones fronterizas a lo largo de la frontera entre Grecia, por un lado, y Albania, Bulgaria y Yugoslavia, por el otro.
Mientras tanto, el Gobierno griego es incapaz de hacer frente a la situación. El ejército griego es pequeño y mal equipado. Necesita suministros y equipo si quiere restaurar la autoridad del gobierno en todo el territorio griego. Grecia debe recibir ayuda si quiere convertirse en una democracia autosuficiente y que se respete a sí misma.
Estados Unidos debe proporcionar esa asistencia. Ya hemos extendido a Grecia ciertos tipos de socorro y ayuda económica, pero estos son inadecuados.
No hay otro país al que pueda acudir la Grecia democrática.
Ninguna otra nación está dispuesta y es capaz de brindar el apoyo necesario para un gobierno griego democrático.
El Gobierno Británico, que ha estado ayudando a Grecia, no puede dar más ayuda financiera o económica después del 31 de marzo. Gran Bretaña se encuentra en la necesidad de reducir o liquidar sus compromisos en varias partes del mundo, incluida Grecia.
Hemos considerado cómo las Naciones Unidas podrían ayudar en esta crisis. Pero la situación es urgente y requiere una acción inmediata y las Naciones Unidas y sus organizaciones afines no están en condiciones de brindar la ayuda que se requiere.
Es importante señalar que el Gobierno griego ha solicitado nuestra ayuda para utilizar eficazmente la asistencia financiera y auxilio de otro tipo que podemos brindar a Grecia y para mejorar su administración pública. Es de suma importancia que supervisemos el uso de los fondos puestos a disposición de Grecia; de tal manera que cada dólar gastado cuente para que Grecia sea autosuficiente y ayude a construir una economía en la que pueda florecer una democracia sana.
Ningún gobierno es perfecto. Una de las principales virtudes de una democracia, sin embargo, es que sus defectos son siempre visibles y bajo procesos democráticos pueden ser señalados y corregidos. El Gobierno de Grecia no es perfecto. Sin embargo, representa el ochenta y cinco por ciento de los miembros del Parlamento griego que fueron elegidos en una elección el año pasado. Los observadores extranjeros, incluidos 692 estadounidenses, consideraron que esta elección fue una expresión justa de las opiniones del pueblo griego.
El Gobierno griego ha estado operando en una atmósfera de caos y extremismo. Ha cometido errores. La ampliación de la ayuda por parte de este país no significa que Estados Unidos apruebe todo lo que ha hecho o hará el Gobierno griego. Hemos condenado en el pasado, y condenamos ahora, medidas extremistas de derecha o de izquierda. En el pasado hemos aconsejado tolerancia, y ahora aconsejamos tolerancia.
El vecino de Grecia, Turquía, también merece nuestra atención.
El futuro de Turquía como Estado independiente y económicamente sólido no es menos importante para los pueblos del mundo amantes de la libertad que el futuro de Grecia. Las circunstancias en las que se encuentra Turquía hoy en día son considerablemente diferentes a las de Grecia. Turquía se ha librado de los desastres que han acosado a Grecia. Y durante la guerra, Estados Unidos y Gran Bretaña proporcionaron ayuda material a Turquía.
Sin embargo, Turquía ahora necesita nuestro apoyo.
Desde la guerra, Turquía ha buscado ayuda financiera de Gran Bretaña y los Estados Unidos con el fin de efectuar la modernización necesaria para el mantenimiento de su integridad nacional.
Esa integridad es esencial para la preservación del orden en el Medio Oriente.
El gobierno británico nos ha informado que, debido a sus propias dificultades, ya no puede brindar ayuda financiera o económica a Turquía.
Como en el caso de Grecia, si Turquía va a tener la asistencia que necesita, Estados Unidos debe proporcionarla. Somos el único país capaz de brindar esa ayuda.
Soy plenamente consciente de las amplias implicaciones que implicaría que Estados Unidos extendiera su asistencia a Grecia y Turquía, y discutiré estas implicaciones con ustedes en este momento.
Uno de los principales objetivos de la política exterior de los Estados Unidos es la creación de condiciones en las que nosotros y otras naciones podamos lograr una forma de vida libre de coerción. Este fue un tema fundamental en la guerra con Alemania y Japón. Nuestra victoria fue ganada sobre países que buscaban imponer su voluntad y su forma de vida sobre otras naciones.
Para asegurar el desarrollo pacífico de las naciones, libres de coerción, Estados Unidos ha asumido un papel de liderazgo en el establecimiento de las Naciones Unidas. Las Naciones Unidas están diseñadas para hacer posible la libertad e independencia duraderas para todos sus miembros. No alcanzaremos nuestros objetivos, sin embargo, a menos que estemos dispuestos a ayudar a los pueblos libres a mantener sus instituciones libres y su integridad nacional contra los movimientos agresivos que buscan imponerles regímenes totalitarios. Esto no es más que un reconocimiento franco de que los regímenes totalitarios impuestos a los pueblos libres, por medio de agresiones directas o indirectas, socavan los cimientos de la paz internacional y por ende la seguridad de los Estados Unidos.
A los pueblos de varios países del mundo se les han impuesto recientemente regímenes totalitarios en contra de su voluntad. El Gobierno de los Estados Unidos ha realizado frecuentes protestas contra la coerción y la intimidación, en violación del acuerdo de Yalta, en Polonia, Rumania y Bulgaria. También debo decir que en varios otros países han habido desarrollos similares.
En el momento actual de la historia mundial, casi todas las naciones deben elegir entre formas de vida alternativas. Con demasiada frecuencia, la elección no es libre.
Una forma de vida se basa en la voluntad de la mayoría y se distingue por instituciones libres, gobierno representativo, elecciones libres, garantías de libertad individual, libertad de expresión y religión, y libertad frente a la opresión política.
La segunda forma de vida se basa en la voluntad de una minoría impuesta por la fuerza a la mayoría. Se basa en el terror y la opresión, una prensa y una radio controladas; elecciones fijas, y la supresión de las libertades personales.
Creo que debe ser política de los Estados Unidos apoyar a los pueblos libres que resisten intentos de subyugación por parte de minorías armadas o por presiones externas.
Creo que debemos ayudar a los pueblos libres a que labren sus propios destinos a su manera.
Creo que nuestra ayuda debe ser principalmente a través de la ayuda económica y financiera que es esencial para la estabilidad económica y los procesos políticos ordenados.
El mundo no es estático y el status quo no es sagrado. Pero no podemos permitir cambios en el status quo en violación de la Carta de las Naciones Unidas mediante métodos como la coerción o subterfugios como la infiltración política. Al ayudar a las naciones libres e independientes a mantener su libertad, Estados Unidos hará efectivos los principios de la Carta de las Naciones Unidas.
Basta echar un vistazo a un mapa para darse cuenta de que la supervivencia y la integridad de la nación griega son de gran importancia en una situación mucho más amplia. Si Grecia cayera bajo el control de una minoría armada, el efecto sobre su vecino, Turquía, sería inmediato y grave. La confusión y el desorden bien podrían extenderse por todo el Medio Oriente.
Además, la desaparición de Grecia como estado independiente tendría un profundo efecto sobre aquellos países de Europa cuyos pueblos luchan contra grandes dificultades para mantener sus libertades y su independencia mientras reparan los daños de la guerra.
Sería una tragedia indescriptible que estos países, que han luchado durante tanto tiempo contra adversidades abrumadoras, perdieran esa victoria por la que se sacrificaron tanto. El colapso de las instituciones libres y la pérdida de la independencia sería desastroso no sólo para ellos sino para el mundo. El desánimo y posiblemente el fracaso pronto sería la suerte de los pueblos vecinos que luchaban por mantener su libertad e independencia.
Si no ayudamos a Grecia y Turquía en esta hora fatídica, el efecto será de gran alcance tanto en Occidente como en Oriente.
Debemos tomar medidas inmediatas y decididas.
Por lo tanto, solicito al Congreso que autorice la asistencia a Grecia y Turquía por un monto de $400,000,000 para el período que finaliza el 30 de junio de 1948. Al solicitar estos fondos, he tomado en consideración la cantidad máxima de asistencia de socorro que se proporcionaría a Grecia de los $350,000,000 que recientemente solicité que el Congreso autorice para la prevención del hambre y el sufrimiento en los países devastados por la guerra.
Además de los fondos, solicito al Congreso que autorice el envío de personal civil y militar estadounidense a Grecia y Turquía, a solicitud de esos países, para ayudar en las tareas de reconstrucción, y con el fin de supervisar el uso de dicha financiación y la asistencia material que pueda proporcionarse. Recomiendo que también se proporcione autoridad para la instrucción y capacitación de personal griego y turco seleccionado.
Finalmente, pido que el Congreso proporcione la autoridad que permita el uso más rápido y eficaz, en términos de artículos, suministros y equipos necesarios, de los fondos que se autoricen.
Si se necesitaran más fondos o más autoridad para los fines indicados en este mensaje, no dudaré en llevar la situación ante el Congreso. En este tema los poderes Ejecutivo y Legislativo del Gobierno deben trabajar juntos.
Este es un rumbo serio en el que nos embarcamos.
No lo recomendaría excepto que la alternativa es mucho más seria. Estados Unidos contribuyó con $341,000,000,000 para ganar la Segunda Guerra Mundial. Esta es una inversión en la libertad mundial y la paz mundial.
La ayuda que recomiendo para Grecia y Turquía asciende a poco más de una décima parte del uno por ciento de esta inversión. Es de sentido común que debamos salvaguardar esta inversión y asegurarnos de que no haya sido en vano.
Las semillas de los regímenes totalitarios se nutren de la necesidad y la miseria. Se propagan y crecen en el suelo maligno de la pobreza y la lucha. Alcanzan su pleno crecimiento cuando ha muerto la esperanza de un pueblo de una vida mejor. Debemos mantener viva esa esperanza.
Los pueblos libres del mundo buscan nuestro apoyo para mantener sus libertades.
Si fallamos en nuestro liderazgo, podemos poner en peligro la paz del mundo, y seguramente pondremos en peligro el bienestar de nuestra propia nación.
El rápido movimiento de los acontecimientos nos ha impuesto grandes responsabilidades.
Confío en que el Congreso afrontará estas responsabilidades con firmeza.*
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